Navarrete, Melchor Mariscal de campo, gobernador y capitán general de Yucatán, 1752-1758. Prestó servicios prolongados a la Corona en los ramos de milicia, administración civil y gobierno político. Tomó parte en la defensa de Cartagena de Indias, con el carácter de teniente de rey, cuando el puerto fue asediado por el almirante Vernon; después fue trasladado a la Florida, como gobernador. Por su buen desempeño se le concedió el gobierno de Yucatán, con un sueldo de seis mil pesos anuales. Poco tiempo después, en 1753, recibió las insignias de la Orden de Santiago en la iglesia de Monjas, en Mérida, de manos del obispo, fray Ignacio de Padilla y Estrada. Se caracterizó por su carácter festivo, puso de moda las costumbres de corte, las tertulias, bailes y festejos, a los que era afecto. Sin embargo, la vida tranquila de la provincia se vio vulnerada cuando en 1753 irrumpieron piratas en la bahía de la Ascensión. Éstos fueron atacados y rechazados, capturando a 11 de ellos, los cuales, previo juicio, fueron condenados a morir ahorcados. El suceso se llevó a cabo en la plaza de Santiago de Mérida. En 1755, envió una expedición marítima a la costa oriental y fue personalmente por tierra acompañado del escribano Tomás Baeza a visitar Bacalar. Por los servicios que realizó Baeza fue nombrado escribano de gobernación de la Colonia, y Melchor Navarrete aprovechó esta oportunidad para proponer una ley por la cual se prohibía en Yucatán dar título de escribanos numerarios a personas que no acreditaran, además de los conocimientos suficientes, la práctica de cuatro a cinco años en la oficina de un notario del número. Durante su gobierno nuevamente se suscitaron problemas en torno de la cuestión del trabajo forzoso de los indígenas, y de los perjuicios que con este motivo recibían de sus encomenderos, quienes explotaban la producción de los tejidos de algodón o patíes. Navarrete defendió la postura de los dueños de encomiendas e hizo que los caciques de la Colonia declarasen por escrito que éstos no hacían repartimientos de patíes, que los indios satisfacían los tributos en la forma que podían, que el dinero que se les daba en repartimientos por el gobierno era solicitado por ellos, no con poco trabajo, y lo aprovechaban para pagar sus tributos y obvenciones; que nunca los encomenderos los obligaban a que, por cuenta del tributo, les hiciesen tejidos de algodón y que sus peticiones eran bien atendidas, tanto por el gobernador como por los ministros del tribunal de indios. Con este informe remitido al Consejo de Indias, el rey Fernando VI se dio por satisfecho, por lo que las injusticias en contra de los indígenas continuaron. Durante el gobierno de Melchor Navarrete, la comunidad franciscana fue objeto de chantaje y robo por parte de Alonso Jiménez Monsreal, que por 1755 llegó a Yucatán atribuyéndose el cargo de visitador de los conventos franciscanos de dicha provincia. Con este carácter, asumió el gobierno de la Orden y realizó actividades como celebrar y presidir capítulo provincial, poner y quitar empleados, para después apoderarse de todo el dinero que había en la caja de los franciscanos y enseguida desaparecer con toda rapidez y precaución. El 20 de diciembre de 1758 concluyó el gobierno de Melchor Navarrete, que fue trasladado a la presidencia de Manila en Filipinas. Le sucedió en el cargo el mariscal de campo, Alonso Fernández de Heredia.