Nau, Juan David Pirata también conocido como el «Olonés». Héctor Pérez Martínez, en su libro Piraterías en Campeche, dice que en un principio fue un simple marinero que, por su valor, llegó a ser apreciado por el gobernador de la Isla de La Tortuga, el señor De la Place. Éste le proporcionó un barco del cual le hizo capitán con el propósito de que buscara fortuna. En corto tiempo adquirió grandes riquezas y comenzó a destacar por su comportamiento cruel y sanguinario. Por esta razón, los españoles le temían a tal grado que preferían morir o hundirse peleando antes que rendirse y caer en manos del pirata, del cual no se podía esperar piedad. A consecuencia de una tormenta, naufragó en las costas de Campeche. Todos sus hombres se salvaron, pero al llegar a tierra, los españoles los persiguieron y mataron a la mayor parte, hiriendo al «Olonés». Éste pudo salvarse porque hábilmente se embarró la cara y otras partes del cuerpo con arena mezclada con la sangre de sus propias heridas, y ocultándose entre los muertos, permaneció inmóvil hasta que los españoles se marcharon del campo de lucha. Después se refugió en el bosque, vendó sus heridas y las cuidó hasta sanar, entonces se dirigió a la ciudad de Campeche disfrazado de español. Ahí habló con ciertos esclavos a los que prometió libertad en caso de que le obedecieran. Ellos aceptaron la promesa y robándose de noche una canoa, se lanzaron al mar con el pirata. Los compañeros del «Olonés», que habían sobrevivido y permanecían prisioneros, aseguraban que su capitán había muerto. Éste asistió a los festejos que se realizaron por su muerte, logró liberar a sus compañeros y se trasladó sano y salvo a la Isla de la Tortuga, refugio de salteadores y bandidos. El «Olonés» cometió innumerables tropelías contra las colonias españolas de tierra firme y tuvo una trágica muerte. Capturado por los indios antropófagos del Darién, fue devorado por ellos. Su iconografía lo muestra con una frente estrecha, nariz recia, cráneo pequeño y barba voluminosa. Esquemelin, dice Pérez Martínez, reproduce en su libro un grabado donde el «Olonés», rodeado de sus hombres, realiza uno de sus actos salvajes con dos cautivos uno, atado de un árbol, al cual le ha extraído el corazón, que obliga al otro a comer. Este cuadro tiene el título siguiente The Cruelty of Lolonois.