Izquierdo, Juan (¿-1602) Obispo de Yucatán. Nació en la villa de Huelva, condado de Niebla, en la provincia y arzobispado de Sevilla. Apenas era un niño cuando su familia decidió trasladarse a América y radicar en el entonces virreinato del Perú, en Lima. En 1555 ingresó a la Orden de los franciscanos, de la cual recibió el sacerdocio. Su capacidad y preparación lo llevaron a ocupar altos cargos en los conventos de Guatemala, siendo varias veces guardián. Cuando se encontraba en esta ciudad, y al ser promovido fray Gregorio de Montalvo a la mitra del Cuzco, el 30 de julio de 1587 fue elegido por Felipe II para ocupar la sede episcopal vacante de Yucatán. En 1590 fue consagrado obispo y envió al presbítero Marcos de Segura para que en su nombre tomara posesión de la sede episcopal en la iglesia Catedral. Al año siguiente llegó a Mérida. El historiador Carrillo y Ancona dice en su obra El Obispado de Yucatán que Juan de Izquierdo: «Recorrió constantemente la vasta Diócesis logrando completar tres pastorales visitas, de que también dan testimonio todas las crónicas relativas». A los siete años de haber ocupado el Obispado de Yucatán se concluyó la fabricación de la Catedral de San Ildefonso, iniciada en 1542, siendo capitán general de la provincia Diego Fernández de Velazco, (Véase: Catedral). Existe una inscripción en una cornisa del templo, que testifica dicho acto, que dice: «Reinando en las Españas e Indias Orientales y Occidentales la Majestad del Rey Felipe II y siendo Gobernador y Capitán General su Lugarteniente en estas provincias D. Diego Fernández Velazco, se acabó esta obra. Fue maestro mayor de ella Juan Miguel de Agüero. Año de 1598». Ese mismo año murió el rey Felipe II, de manera que recibida la noticia en Mérida en el año inmediato y después de la jura y reconocimiento del nuevo rey, Felipe III, en la plaza mayor el 18 de abril de 1599, se hicieron en la Catedral solemnes honras fúnebres por el difunto monarca, en las cuales Juan Izquierdo predicó una elocuente oración en la que recordó a los asistentes la ayuda prestada por éste en los trabajos realizados para culminar la edificación de la iglesia Catedral.
Durante el obispado de Izquierdo se estableció en Mérida el monasterio de religiosas concepcionistas, en el que intervino enormemente el gobernador Antonio de Vozmediano. También contribuyeron económicamente para tal obra los católicos peninsulares de las villas de Campeche y Valladolid. Las religiosas tomaron posesión de su nuevo monasterio el 22 de junio de 1596. La Orden franciscana de entonces llegó a tener, en la llamada provincia de San José de Yucatán, 25 casas, incluido el convento de la Purísima Concepción de La Habana, que luego se segregaría. Las divergencias entre el clero secular y el regular por la posesión de las parroquias, originadas desde tiempo atrás, continuaron en la época del obispo Izquierdo. Tales problemas surgieron tras fallecer Diego de Landa, al declararse en 1579 que la administración de los curatos correspondía al clero secular y que por tanto le debían de ser devueltas las parroquias de Ichmul, Tichel, Tixkokob, Hocabá, Tizimín, Homún, Umán, Hunucmá, Champotón y Teabo. Los del clero secular argumentaron tener el derecho de administrarlas, ya que el primer cura de Mérida, Francisco Hernández, capellán del ejército conquistador, había pertenecido a este clero, mientras que los frailes hacían valer que habían predicado y convertido a los indios, y en consecuencia les correspondían las parroquias. El obispo buscó arbitraje en el Real Consejo de Indias para que le fueran devueltas las 10 parroquias al clero secular, que por las querellas suscitadas continuaban en manos de los frailes, pero éstos, anticipándose y utilizando sus influencias, acudieron a todas las instancias y obtuvieron el usufructo de esos curatos. En esta disputa participó Pedro Sánchez de Aguilar, un sacerdote del clero secular, autor de una obra importante para la historia de Yucatán sobre los primeros años de la vida colonial, quien representó a los presbíteros de toda la Iglesia ajenos a la Orden seráfica. Éste se dirigió a la península ibérica como procurador ante los tribunales de la Corte Española. La solución tomada por la administración episcopal fue la de proveer, por lo pronto, de cuatro parroquias al clero secular: Ichmul, Hocabá, Tixkokob y Tichel. Los frailes, molestos, se opusieron a la entrega de ornamentos y de los curatos. Sin embargo, Izquierdo dio títulos y posesión de estas parroquias a los clérigos seculares, medida que no fue del agrado de los franciscanos que continuaron con el litigio por 100 años. La disputa se resolvió a fines del siglo XVII, en favor del clero secular. Después de 15 años de pontificado, Izquierdo murió el 17 de noviembre de 1602. En la Catedral se construyó bajo el altar mayor una bóveda, que fue utilizada para depositar sus restos.