Gottdiener Soto, Enrique (1909-1986) Escultor. Nació y murió en la Ciudad de México. Sus padres fueron Marcos Gottdiener, de origen austro-húngaro y Esther Soto, mexicana. Siendo un niño, su abuelo lo llevó a Austria, donde inició sus estudios sobre el arte de la miniatura, con un orfebre de Viena llamado Kurt Beckman. En esta época estudió violín, disciplina que no pudo seguir practicando debido a que perdió la última falange de su dedo cordial, en una fiesta de bautismo para la cual fue contratado a tocar y que acabó de una forma violenta. Posteriormente, fue discípulo de Luidwig Weiss, escultor de cera, pero al salir éste de Austria quedó como aprendiz de Feltheim, a quien no soportó por su mal carácter. Se trasladó a Budapest, Hungría, donde ingresó a la Escuela de Arte Munkasci; después trabajó con el ebanista Gustav Herbert. Cuando sintió que poseía cierto dominio en los trabajos de madera, decidió irse a Transilvania, hoy Rumania, y en Oradea trabajó en el taller de los hermanos Engelstein. Después visitó Odesa, Kiev y Beirut, donde luchó al lado de los estudiantes libaneses contra el colonialismo francés. De Beirut pasó a Viena, de allí a Praga, regresó a Viena y partió rumbo a Berlín, donde ingresó a la Molzschnitzerschule o escuela de tallado en madera. Luego se dirigió a Holanda, de ahí a Francia, Bélgica y España. En Santander, para ganarse la vida, se especializó en tallar figuras de San Francisco y San Antonio. En Vigo, aprovechando que se enganchaban gallegos para ir a cortar caña a Cuba, se apuntó y embarcó rumbo a la isla. Después de estar dos meses en Cuba, decidió embarcarse para Veracruz. Ya en México estudió en la Escuela de San Carlos y luego en la Escuela de Pintura al Aire Libre de Coyoacán, donde recibió las enseñanzas de Ramón Martínez. En México aprendió a tallar el arte del dorado y la restauración de antigüedades. Fue ayudante de Carlos Bracho y amigo de Francisco Montoya de la Cruz y Rodolfo González, destacados artistas nativos de Durango.
Por un tiempo vivió en Guadalajara, donde comenzó a trabajar con el maestro Pablo Valdez. Ahí se dedicó a hacer miniaturas en marfil y trabajó en el Museo del Estado. En Guadalajara conoció a Jesús Guerrero Galván y a Raúl Anguiano. Posteriormente radicó en Guanajuato, donde dio clases de artes plásticas e historia en el Colegio del Estado. No permaneció mucho tiempo en el Bajío porque, influido del espíritu vasconcelista de la época, decidió integrarse al proyecto de las misiones culturales. Gracias a ello pudo recorrer todo el país, y conocer a la gente y paisajes del México rural. Pasó 10 años consagrado a estas labores, varios de ellos en la Sierra de Oaxaca. En esas andanzas pudo conocer el Sureste donde tuvo la oportunidad de hacer bocetos de los hombres y mujeres de Yucatán. Estos fueron la inspiración y base de sus posteriores obras escultóricas. Después de trabajar en las misiones culturales decidió quedarse a vivir en Yucatán. Instalado en Mérida, se consagró durante muchos años a la creación de muebles de estilo antiguo, de objetos de arte emulados de lo europeo. También esculpe bustos clásicos y hermosas miniaturas. Fue anticuario y llegó a poseer una notable colección de objetos de arte.
En 1973 presentó su primera exposición de esculturas yucatecas, con 20 obras en bronce a la cera perdida, que evidenciaron la madurez alcanzada por el artista. En sus cabezas indígenas, en sus pequeñas figuras campesinas, se percibe ya la influencia del arte maya. Durante más de 30 años fue maestro de historia de la Escuela Federal Número 1, en Mérida, y durante el período del gobernador Luis Torres Mesías (1964-1970) ocupó el cargo de titular de la Dirección General de Bellas Artes, después de haber impartido clases en la Escuela de Artes Plásticas por más de 30 años. En 1972 le fue otorgada la Medalla Yucatán, y en 1979, la Eligio Ancona. Como miniaturista realizó obras en marfil, maderas duras y metales. Participó en innumerables exposiciones en Yucatán, Campeche y otras partes del país y del extranjero. Diversas obras suyas se encuentran en Bélgica, Israel, Irán, Francia, Inglaterra, Hungría, Rumania, Italia y los Estados Unidos de América.
En su época de mayor madurez fue cuando empezó a producir obras de carácter netamente yucateco, en las que logró capturar la cotidianidad y tragedia del pueblo maya. Entre su copiosa producción se encuentra: Ixchel, diosa maya de la fecundidad; Mestiza, Un hijo más, Indio maya con machete, Madre sentada y Madre con niño, El deshierbador, Mestiza caminando, Express particular, Goyita, Doña Zenaida, Vieja desnuda, Brujo sentado y El hechicero que es tal vez su obra más acabada y por la que siempre se le recuerda. Realizó también bustos de contemporáneos suyos que destacaron en el arte y en la literatura: Ermilo Abreu Gómez, Armando García Franchi, Leopoldo Peniche Vallado, Antonio Mediz Bolio, Eduardo Urzaiz Rodríguez, Guty Cárdenas. El de Mediz Bolio es considerado una obra maestra de caracterización. No fue pródigo en la estatuaria; sin embargo, dejó, entre otras, un altorrelieve en bronce de Manuel Antonio Ay, en Chichimilá, Yucatán; Madre indígena con niño, en Tixpéhual, Yucatán; el monumento a fray Diego de Landa, en Izamal, Yucatán; el busto de Jacinto Canek y el de Alfredo Barrera Vásquez, en Mérida. Colaboró también en la realización del Monumento a los Niños Héroes, en el parque de La Mejorada. Gottdiener, refiriéndose a su trabajo escultórico, decía: «Trato de rescatar los valores culturales de una raza, de una etnia. De este maravilloso pueblo que es el maya. Pueblo bueno, pacífico, humano; pueblo de artistas exquisitos y delicados, cuyas manifestaciones culturales no son nunca una invitación a matar. Hay que resucitar los valores de esta raza. Ese humanismo merece nuestro apoyo. Con mis esculturas pretendo emocionar a la gente para que se percate del valor que encierra el respeto al hombre». Como un homenaje a su labor, el 13 de diciembre de 1981 el gobierno del estado instituyó en la Pinacoteca Juan Gamboa Guzmán de Mérida, la Sala Gottdiener, que expone 37 bronces suyos.