Industrial (La) Cordelería mecánica, fundada como sociedad anónima por un importante grupo de productores de henequén en 1897. Serias diferencias entre las casas exportadoras yucatecas y las agencias de ventas estadounidenses motivó la constitución de esta empresa para establecer una negociación menos desventajosa a la parte productora. El ingeniero alemán Alfredo Heydrich, llamado para hacer los planos de los edificios, instalar la maquinaria y conducir el funcionamiento de la empresa, gestionó su establecimiento ante la Secretaría de Fomento. El 23 de junio de 1897, con un capital de 400,000 pesos oro nacional, se constituyó La Industrial y el primer consejo directivo lo integraron los socios fundadores Olegario Molina Solís, presidente; Félix Faller, vocal primero; Alonso de Regil y Peón, vocal segundo; Avelino Montes, tesorero, y Rodulfo G. Cantón, secretario. Los suplentes fueron Leandro León Ayala, vicepresidente; Francisco Hartog, Eulogio Duarte, Eloy Haro y Pedro Peón Contreras. Se eligió como comisarios a Enrique Muñoz Aristegui, propietario; Agustín Vales Castillo, primer suplente, y Rogelio V. Suárez, segundo suplente. Los apoderados y representantes de la empresa fueron Manuel Molina Solís en Mérida y Rosendo Pineda, en la Ciudad de México. El gerente fue Luis S. Carranza, y otros socios fundadores Alfredo Heydrich, Manuel Peniche, Ricardo Molina, Augusto Molina, Liborio A. Cervera, Augusto L. Peón, Emilio García Fajardo, José T. Molina Solís, Francisco López García, Rafael Peón, Perfecto Irabién Rosado y Ermilo Bolio Manzanilla. Con el capital social se compraron unos terrenos en el extremo noreste de Mérida, se construyeron los edificios para las máquinas y los departamentos de administración y se adquirió la maquinaria, entre otras acciones. En los inicios del siglo XX, ante la escasez de fondos, La Industrial emitió bonos para capitalizarse, con intereses garantizados por los bienes de la compañía, pero la medida no fue suficiente. Finalmente fue disuelta y todos sus bienes pasaron al Banco Yucateco.
En 1908, por iniciativa de Enrique Cámara y Manuel de Arrigunaga, surgió en la Cámara Agrícola de Yucatán la idea de constituir nuevamente La Industrial, comprando la cordelería al Banco Yucateco. Secundados por Ignacio Peón, Manuel Villamor, Federico Escalante y Eulalio Casares, emprendieron una intensa campaña entre los productores de henequén para constituir una nueva empresa y comprar al Banco la cabullería, los edificios y terrenos del antiguo negocio. Los interesados celebraron juntas preliminares en la casa de Eulalio Casares y decidieron formar una nueva sociedad anónima, con un capital de 159,750 pesos, cuya escritura fue firmada el 31 de enero de 1909 por 46 socios fundadores. Integraron el consejo de administración Ignacio Peón, presidente; Eulalio Casares, vocal primero; Enrique Cámara, vocal segundo; Manuel de Arrigunaga, vocal tercero; Faustino Escalante, vocal cuarto; Manuel Villamor, secretario; Augusto Cámara, prosecretario; Pedro M. de Regil Casares, José María Ponce, Florencio E. Cano, José Díaz y Díaz, vocales suplentes; Julio Laviada, comisario; Joaquín E. Cámara Chan, comisario suplente y Alfonso Ailloud, gerente. La compra de La Industrial significó un gasto de 125,000 pesos y sólo quedó como capital social 34,750 pesos, insuficientes para la reparación de la maquinaria e inicio de las labores. Los socios determinaron que la fabricación de costales era la tabla de salvación para la cordelería. Inmediatamente iniciaron los ensayos y varios de ellos ofrecieron de manera gratuita pacas de henequén para las pruebas en la fábrica. Se trajo de Puebla un operario con amplios conocimientos en el oficio de tejer y un telar de mano que se instaló en la casa de Manuel de Arrigunaga. El carpintero Albino Guillermo, dirigido por Arrigunaga, construyó nuevos telares de madera en los que se adaptaron los aspectos útiles de los telares metálicos ingleses y americanos y el procedente de Puebla, lo que produjo un telar más apropiado para el hilo grueso del henequén. Tras muchos ensayos, se elaboraron costales que se mandaron a varias partes del país. En agosto de 1909 se agotó el capital social de La Industrial y los socios decidieron hipotecarla para comprar un motor de gas e incrementar el número de telares.
En enero de 1910, Francisco A. Díaz asumió el cargo de gerente ante la renuncia de Alfonso Ailloud e impulsó una fuerte campaña publicitaria de los sacos y el hilo de engavillar producidos en la fábrica, lo que permitió que fueran conocidos tanto en México como en Esta dos Unidos de América, Canadá, América del Sur y Europa. El 14 de marzo de 1915, un incendio destruyó la cabullería. Ante ello, el 29 de septiembre de ese año, el general Salvador Alvarado convocó en el Palacio de Gobierno a una asamblea general extraordinaria de accionistas de La Industrial, presidida por él, y se acordó la disolución y liquidación de la Sociedad Anónima y la fundación de una cooperativa sobre bases más amplias. El primer consejo de vigilancia lo constituyeron Alberto García Fajardo, Alberto Urcelay Martínez, Federico A. Escalante, Miguel Peón Casares, Miguel Martínez Romero y Julio Laviada. Finalmente, el 12 de abril de 1918 se reinauguró la fábrica; asistió el gobernador del estado, miembros de su gabinete y el consejo directivo de la Comisión Reguladora del Mercado de Henequén. El nuevo y moderno edificio de La Industrial medía 76 metros de frente y 78 de fondo y contaba con los departamentos de máquinas, peines, hiladoras, costales, jarcias y máquinas de coser, donde se elaboraban hilos de engavillar de la mejor calidad, hilo fino y entrefino para hamacas y atados, jarcias para buques, sacos o costales, cabullas de varias medidas, alfombras, cortinas y otros artefactos elaborados todos con henequén.
Después de una nueva crisis entre, 1919 y 1922, se intentó reactivar las labores y fomentar la industrialización local del henequén; sin embargo, las acciones de La Industrial tuvieron que ser vendidas casi en su totalidad a la Comisión Reguladora del Mercado de Henequén y las instalaciones de la fábrica arrendadas a la Cordelera San Juan, propiedad de Cabalán Macari. En 1938, trabajadores de La Industrial, miembros del Sindicato de Cordeleros de Yucatán, denunciaron que el gobierno del estado era dueño de la cordelería y en demanda de sus derechos laborales se apropiaron de la fábrica y la subarrendaron directamente a Macari. En diciembre de 1945, por segunda ocasión en su historia, la cordelería se incendió y aun cuando se comprobó que había sido accidental, la aseguradora se negó a hacer efectivo el pago de los seguros ante la desesperación de los obreros. Al constituirse en mayo de 1964 Cordemex, no aparece registrada la compra de La Industrial, aunque pasó a formar parte del consorcio cordelero.