Ichmul (leyenda) Según la leyenda, cada viernes de Cuaresma durante los primeros años del siglo XVII, los lugareños veían que un coposo árbol ardía sin consumirse y al día siguiente cesaba el fenómeno. Asombrado por el suceso, el párroco Juan de la Huerta, primer clérigo secular en ostentar el curato desde la secularización de Ichmul por fray Juan Izquierdo, mandó cortar el árbol y llevarlo al convento franciscano que también era casa cural. Por aquellos rumbos llegó un joven imaginero a quien el cura le pidió esculpir una imagen de la Virgen de la Purísima Concepción en aquella madera, pero el joven respondió que mejor fuera un crucifijo, lo que hizo por acuerdo con el párroco. El artesano se encerró en una habitación y a la mañana siguiente estaba lista la imagen, aunque al joven no se le pudo encontrar. La noticia corrió entre la gente del pueblo que acudió a contemplarlo y desde entonces el crucifijo se convirtió en objeto de culto. Años después, un incendio redujo a cenizas el templo de Ichmul, calcinó las piedras, desplomó la techumbre y cuarteó los muros. Sólo el crucifijo se conservó intacto, con señales de burbujas en la pintura cocida, en forma de ampollas ocasionadas por el intenso calor, de aquí el nombre de Santo Cristo de las Ampollas. El cura de la Huerta, al ser designado titular para el curato de Hocabá, se llevó la imagen y la tuvo con él hasta su muerte en 1644. Meridano de nacimiento, legó en su testamento la imagen a la Catedral de Mérida y una gruesa subvención para la fundación de una capellanía. En mayo de 1645 se llevó la imagen en solemne procesión. Durante el obispado de Luis de Cifuentes Sotomayor (1657-1676) se mandó erigir la capilla conocida como del Cristo de las Ampollas, donde la imagen permanecería expuesta a la creciente veneración de los yucatecos. Esta capilla fue destruida en septiembre de 1915 por «las turbas anticlericales» y la imagen fue quemada. La actual estatua del Cristo de las Ampollas en la catedral es una réplica de la original, procedente de Querétaro realizada por orden de Martín Tritschler y Córdova, en 1919.