Espeleología

Espeleología  Los mayas prehispánicos utilizaron las cuevas como centros ceremoniales y artísticos al plasmar pinturas rupestres en sus paredes; organizaron sus asentamientos alrededor de los mismos cuando contenían agua. Estos cenotes de origen natural quedaron al descubierto cuando por procesos de erosión se rompe la capa exterior. También sirvieron como refugio durante la Guerra de Castas como en el caso de la cueva Xpukil en Calcehtok. Fray Diego de Landa destruyó en su Auto de Fe de Maní vasos incensarios sacados de las cuevas, semejantes a los descubiertos en la gruta de Balankanché; el nombre de esa gruta significa: el altar escondido, y fue una de las grutas sagradas en la que oficiaban los h-menes. Muchos de los cenotes, grutas y cavernas fueron convertidos por los frailes en norias de los conventos. El pionero en explorar las grutas de Yucatán fue John L. Stephens junto con Frederick Catherwood y el ornitólogo Samuel Cabot, quienes recorrieron el estado de octubre de 1841 a mayo de 1842. Stephens dio a conocer sus investigaciones en su libro Incidents of Travel of Yucatan, en 1843. En su obra describe algunas cuevas, como la de Maní y la de Xtacumbilxunaan, en Bolonchenticul, dibujada por Catherwood. Teobert Maler fue el primero que exploró la cueva de Loltún en 1888, como lo demuestran los dibujos del relieve a la entrada de Hunacah y de los petroglifos y pinturas rupestres en las salas 3 y 4; la recorrió nuevamente en 1890. En el Ibero-Amerikanisches Institut, en Berlín, se conservan apuntes, fragmentos de diario, fotos y dibujos suyos, como el que hizo de ciertos petroglifos de la cueva Cixhuh, cerca de Valladolid, que visitó el 11 de septiembre de 1891 y consisten en caras grabadas. Edward H. Thompson exploró 32 cavernas de la zona de Oxkutzcab, de 1888 a 1891, y editó en 1897 Caves of Loltun, Yucatan, en Memoir of Peabody Museum.

El iniciador de los estudios espeleológicos fue Henry C. Mercer, quien realizó una expedición a la sierra Puuc alrededor de 1895. Exploró 29 grutas en Yucatán y en 10 de ellas hizo excavaciones arqueológicas en busca de los orígenes del hombre americano. Publicó el libro The Hillcaves of Yucatan, en 1896, que se convirtió en una valiosa obra en la historia de las cuevas yucatecas. Existen varios centenares de cuevas, pero sólo unas cuantas han sido estudiadas científicamente. Los cenotes contienen aguas unas veces transparentes, de color verde azulado; tienen paredes más o menos verticales que en ocasiones se proyectan en cornisa para formar un techo incompleto, otros son de agua turbia y al parecer estancada. El fondo de los cenotes suele estar constituido por roca o arena limpia. La expedición enviada por la Fundación Carnegie, bajo la dirección del doctor Pearse, exploró hidrográfica y biológicamente 22 cenotes. En 1943, el doctor Osorio Tafall estudió otros ocho. Las cavernas son cámaras subterráneas de variable desarrollo. Pueden ser secas, denominadas grutas, como la de Loltún o las que tienen varias charcas o pozas en su interior llamadas cuevas, como las de Balancanché. En algunas cavernas pueden observarse peldaños labrados en la caliza, paredes y muros de mampostería y fragmentos de cerámica antigua. En la gruta de Loltún se observan, en algunas salas espaciosas, petroglifos con motivos mayas.

En Oxkutzcab se encuentra Loltún, Actun-tzitz, Actun-Cámara Xpoto-it. La gruta de Calcehtok se ubica en el municipio de Opichén. El primer investigador científico que estudió la gruta Xpukil fue Angelo Heilprin, de la Academia de Ciencias Naturales de Filadelfia en 1890, e hizo un cálculo aproximado de la profundidad de la cueva y después Henry C. Mercer en 1895. En 1936, A.S. Pearse de la Universidad de Duke hizo un estudio de la fauna yucateca, particularmente de las cuevas y cenotes, Calcehtok fue una de las 27 cuevas que estudió; en 1947 Robert T. Hatt llevó a cabo estudios faunísticos y arqueológicos de la misma cueva; el material obtenido en las excavaciones fue analizado por George W. Brainerd y, según éste, hubo una ocupación de la cueva del 300 al 1000 d. C. (período Clásico). En 1975, James Reddell hizo un reconocimiento de la gruta.

En 1980, como resultado de las visitas realizadas por el personal del INAH y de la Facultad de Ciencias Antropológicas se llevó a cabo una prospección del sitio. Se han realizado trabajos en las cuevas de Balankanché (Andrews, 1970), Loltún (Velázquez, 1977, 1981; González, 1986), y Xcan (Márquez et al, 1986). Un grupo de profesores y alumnos de la Facultad de Ciencias Antropológicas fundó el Club de Espeleología Vicente Vázquez Pacho, el 24 de octubre de 1981, en honor del célebre explorador de Loltún y precursor de la espeleología yucateca. De 1983 a 1985 el Club de Espeleología, como grupo, se desintegra, pero Carlos Evia Escalante y Roger Cuy Vergara, guía de la gruta de Calcehtok, perseveraron en la labor a la que se unieron Elena Canché Manzanero, Eunice Uc González y José Luis Vera Poot, entre otros, hasta que finalmente formaron La Sociedad Yucateca de Espeleología Aktunoob, en 1990.

Ese mismo año se integra el grupo Espeleogrupo Yucatán, con Ismael Sánchez Pinto, José Antonio Gamboa Vargas, Jorge Pérez Aguilar y Omar Araujo Molina. En 1986, bajo el auspicio del Proyecto Oxkintok de la Universidad Complutense de Madrid, el arqueólogo Juan Luis Bonor Villarejo realizó recorridos tanto en Calcehtok, como en cuevas cercanas a Oxkintok. Bonor Villarejo editó el libro Las cuevas mayas: simbolismo y ritual, en 1989. En 1990, un grupo de espeleólogos encabezados por el brasileño Clayton Ferreyra Lino realizaron exploraciones en 18 cavernas de Tekax. En diciembre de 1991, Mérida fue sede del primer Congreso Nacional de Espeleología. Actualmente, dentro de los cenotes de Bécal y Halachó se tejen artesanías de guano porque el ambiente húmedo que impera mantiene flexible el bejuco y permite su manipulación. En algunas grutas de Muna se extrae sascab en pequeña escala para reparar casas.

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