Eisenstein, Serguéi Mijáilovich

Eisenstein, Serguéi Mijáilovich  (1898-1948) Cineasta ruso considerado uno de los más influyentes directores del cine mundial; estuvo en México, aunque su carrera en el país se vio frustrada por diferentes causas. Estuvo profundamente involucrado en la vanguardia escénica del período heroico del arte de la revolución soviética. Su primer largometraje fue La huelga, (1942). Otros de sus filmes son El acorazado Potemkin, (1925); Octubre, (1927); La línea general, (1929), y Alejandro Nievsky, (1938). En Hollywood, a principios del sonoro, Paramount realizó dos de sus guiones y de regreso a la Unión Soviética, muchos proyectos fueron cancelados o detenidos. En los años 30, después de romper su compromiso con Paramount, Eisenstein, vagó junto a sus inseparables Eduard Tissé y Grigori Alexándrov en busca de un nuevo contrato. A través de Chaplin conoció a Upton Sinclair, un novelista en el ocaso de su carrera literaria. Lo que pretendía Eisenstein era un filme sobre los violentos contrastes de las culturas de México. El proyecto fue recibido con entusiasmo, Sinclair y su esposa Mary Craig aceptaron financiar la película y le proporcionaron 25,000 dólares para que la realizara de acuerdo a sus propias ideas. Eisenstein, ayudado por la lectura que hizo del libro Ídolos tras los altares, de Anita Brenner, preparó un material temático de índole épico-poético y comenzó las primeras tomas de ¡Que viva México! En ella, abandonó el cientificismo, que presidía su obra anterior y se dejó llevar por una inspiración poética, cuyo eje principal era el tema eterno de la dualidad muerte-vida. Dividió la obra en cuatro partes: Sandunga, Maguey, Fiesta y Soldadera, con prólogo y epílogo. El punto de partida de la película fue situado en Yucatán, porque como él decía «…los habitantes de Yucatán, tierras de ruinas y de enormes pirámides, conservan todavía, en sus rostros y en sus formas, las características de sus antepasados, la gran raza de los antiguos mayas. Piedras, dioses, hombres intervienen en el prólogo.» Eisenstein llegó a Mérida el 7 de marzo de 1931, acompañado del camarógrafo Tissé, su ayudante Alexándrov y los toreros David Liceaga y Paquito Gorráez, quienes iban a presentarse al día siguiente en la Plaza de Toros Mérida. Fueron recibidos por el secretario del Departamento de Educación Primaria, Eduardo Urzaiz, y los profesores David Vivas Romero y Fernando Cantillo; se hospedaron en el Gran Hotel. Allí declararon que el propósito de su visita era tomar una película de todo el país y que para ello necesitaban visitar los estados, que permanecerían en Mérida dos semanas imprimiendo películas de Chichén Itzá, Uxmal, Izamal, etcétera, y todo aquello que tuviera relación con lo regional. Posteriormente llegaría el pintor y asesor ambiental, Adolfo Best Maugard, cuya labor era la de vigilar que no se colara en la película ninguna idea antigubernamental. A los pocos días llegó el banquero Hunter S. Kimbrough, encargado de vigilar el renglón financiero, cuñado de Sinclair, quien en una entrevista manifestó que el viaje a Yucatán se había anticipado para aprovechar la presencia de Liceaga, contratado con anterioridad para la película. Aclaró que no tenían ligas con Hollywood y que Eisenstein era un excelente director por tener conocimiento de la psicología de diversas razas y su capacidad de elegir con propiedad las características de los pueblos.

Las escenas de Liceaga se incluirían en el episodio Fiesta, Tissé fue quien filmó la corrida del 15 de marzo. La prensa de ese entonces anunció que sería tomada una «…película especialmente para el señor S. M. Eisenstein, de Hollywood, y cuyos representantes y personal vinieron ex profesamente con ese objeto a Mérida». Se escogió para personificar a la madre del torero a una dama de Mérida que, según la escritora inglesa Marie Seton, se parecía muchísimo a la madre de Eisenstein. Posteriormente, el 29 de marzo, se efectuó una exhibición de arte taurino, con el objetivo de grabar diversas escenas para la película. Días después Eisenstein partió de Mérida, para continuar en la Ciudad de México el rodaje. Pero, ¡Que viva México! nunca pudo ser lograda como su autor deseaba. Situaciones como la de haber sido acusado de derrochar el dinero y usar la película como pretexto para hacer una vida de turista y que Sinclair y socios manifestaran no estar en condiciones de saldar sus obligaciones, llevaron a suspender el rodaje y entregar lo filmado bajo la promesa, que no cumplieron, de enviárselo para su edición. Eisenstein no vio nunca proyección alguna de ¡Que viva México! y el montaje hecho por los profesionales de Hollywood fue deformado. El filme fue vendido a Jesse Lasky que editó varias películas con la mutilación de lo que pretendió ser una de las más grandes obras del cine.

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