Escultura

Escultura  Los mayas desarrollaron el arte de la escultura como un complemento de la arquitectura. Este arte encontró su expresión en los monumentos escultóricos como estelas, dinteles, altares y relieves de distinto carácter. Están labradas las fachadas o frentes de los edificios, las jambas de las puertas, las columnas de los pórticos con imágenes de apariencia humana que simbolizan seres superiores, personajes y guerreros. Así como representaciones zoomorfas, entre las cuales se encuentran venados, guacamayas, faisanes, monos, tigres y serpientes; imágenes zoomórficas humanizadas, mascarones de estuco y piedra que cubren las caras de las pirámides; representaciones tomadas de la naturaleza orgánica e inorgánica y elementos de la flora y de la fauna. Estas figuras lucen tocados y vestidos, objetos ceremoniales, armas y artefactos. Los materiales que utilizaron los mayas para elaborar sus esculturas fueron la piedra, madera, barro, coral, estuco, aunque también existen ejemplares en jadeíta, hueso, concha y otros materiales parecidos. En los templos de Sayil y Tulum existen imágenes divinas que adornan los frisos. Se conservan dinteles labrados de madera en Tikal y Chichén. En Uxmal se encuentra un ejemplar de escultura maya en el Palacio del Gobernador. Personajes esculpidos en altorrelieve en el frente, reverso y costado de obeliscos en las plazas de Copán y Quiriguá. Durante la Colonia las esculturas que decoraban los edificios fueron tomados por demonios y los frailes misioneros las destruyeron, al igual que las pinturas, por ver en ellas un peligro para la fe católica. En los conventos, templos y casas particulares se colocaron imágenes y retablos que sustituyeron a los ídolos mayas.

El monumento más importante durante esta época colonial fue la portada plateresca de la Casa de Montejo. El arte desarrollado en esta época, incluso durante la Independencia y hasta finales del siglo XIX, estuvo en la obra de imagineros o talladores de santos de madera policromada. Durante la segunda mitad del siglo XIX el más notable entre los artistas populares fue Gumersindo Sandoval, cuya parte de su obra se encuentra en la Catedral de Mérida con el nombre de Nuestra Señora de Yucatán. Antes de la fundación de la Escuela de Bellas Artes se hallaba establecido en Mérida Leopoldo Tommasi, escultor italiano quien estaba dedicado a esculpir lápidas funerarias, ángeles, cruces y motivos ornamentales. El modelado en barro y vaciado en yeso eran desconocidos. Poco después vino otro italiano, Michele Giaccomino, quien fue el primero que modeló y vació en yeso algunos bustos-retratos, entre ellos del general Manuel Vega, del obispo Carrillo y Ancona y de monseñor Norberto Domínguez. Al fundarse la Escuela de Bellas Artes del Estado, en 1916, vinieron de la Ciudad de México los maestros José del Pozo, Leopoldo F. Quijano y Miguel Ángel Fernández, que con la ayuda de Alfonso Cardone, iniciaron el modelado y la escultura. Enseñaron anatomía artística y a copiar el modelo desnudo. Leopoldo Tommasi López, hijo, fue becado por el gobierno en 1920 para estudiar en Madrid; entre sus obras figuran el monumento a Felipe Carrillo Puerto erigido en el Paseo de Montejo, en 1926, un busto de Teobert Maler y su contribución escultórica al Pabellón de México en la exposición de Sevilla.

Otros que se distinguieron en este arte fueron Alfredo Mendoza, Fernando Güemes, Miguel Rodríguez y Manuel Cachón. Este último dominó la escultura de miniaturas y la talla de madera. Entre sus trabajos se encuentra un monumento alegórico a los pioneros de la industria henequenera, que fue demolido para construir en su lugar el monumento a Hidalgo; colaboró con Rómulo Rozo en la realización del Monumento a la Patria y toda la tarea escultórica del Parque de las Américas. Enrique Gottdiener vino a Yucatán a fines de los años 30 y esculpió bustos, retratos y monumentos, como Madre indígena con niños, en Tixpéual; Fray Diego de Landa, Izamal; y un altorrelieve en bronce de Manuel Antonio Ay. Humberto Peraza Ojeda realizó las esculturas de Felipe Carrillo Puerto, de Gabilondo Soler y la ecuestre de Pedro Infante. Rómulo Rozo hizo los monumentos a la Patria y a la canción yucateca. Otros monumentos y bustos adornan las avenidas y parques de la ciudad, entre ellos, el grupo escultórico de los Niños Héroes en el parque de la Mejorada; el monumento a Salvador Alvarado, de Federico Canessi. El busto de Daniel Ayala Pérez y el monumento al obispo Juan Gómez de Parada elaborados por Alberto Colomé Bouzá, y los bustos de Antonio Mediz Bolio, Ermilo Abreu Gómez, Jacinto Canek, Alfredo Barrera Vásquez y Eligio Ancona, del escultor Enrique Gottdiener. Dentro de la escultura religiosa tenemos el Cristo de la Unidad, del escultor español Ramón Lapayese, instalado en el lugar del viejo retablo de la Catedral de Mérida, en 1967. Aparte de Fernando Castro Pacheco han surgido Gabriel Santos, Juan L. Hernández, Jorge Cherriz Sierra, José Manuel González Díaz, Arturo Acosta, y Alfredo Téyer.

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