González Osorio, Pablo Antonio (1830-1885) Militar. Participó en la llamada Guerra de Castas, destacándose por no haber perdido ninguna batalla. Nació en Conkal, Yucatán. Muy joven inició su carrera militar. A los 17 años de edad, en plena Guerra de Castas, se presentó ante el gobernador Miguel Barbachano, para ofrecerle sus servicios y pedirle autorización para formar un cuerpo de voluntarios. Barbachano aceptó la oferta de González y le otorgó el grado militar de teniente comandante. En poco tiempo, sus triunfos en el campo de batalla le dieron celebridad y con ello ascensos. En mayo de 1848 obtuvo el grado de capitán y, posteriormente, el de teniente coronel. En agosto del mismo año fue jefe de la Segunda División de Operaciones organizada en el pueblo de Tecoh, hasta agosto de 1851, en que las divisiones fueron disueltas para formar brigadas. En septiembre de 1854 organizó y jefaturó la columna volante que invadió y destruyó Chan Santa Cruz, cuartel general de los sublevados. En 1855, ya con el grado de coronel, se retiró del servicio militar sin haber sufrido derrota alguna. Entre sus combates sobresalen la destacada actuación que tuvo en Chikindzonot y el triunfo sobre las fuerzas de Venancio Pec, uno de los más célebres líderes indios. Fue de tendencia política conservadora, debido a lo cual fue objeto de ataques por parte de los liberales, a los que él llamaba, despectivamente, «chinacos». Como una manera de perpetuar sus hazañas militares ante la historia y enemigos, construyó en Mérida una casa ubicada en la calle 63, número 501, que en su fachada ostentaba una serie de placas de piedra labrada que contaban aspectos relevantes de su vida. Manuel Cirerol descubrió el contenido de tales placas, logró leer lo escrito en ellas y las transcribió. Los resultados de sus investigaciones fueron publicados en el libro La casa del coronel don Pablo Antonio González, Mérida, Yucatán, 1943. En la actualidad, estas planchas de piedra se encuentran en el Parque del Centenario, en Mérida. Pablo Antonio González, retirado de la milicia, se dedicó a cultivar la tierra, fomentando su hacienda henequenera, llamada Dolores Akí, donde falleció y fue sepultado.