Golondrina En maya, cuzam. Este nombre común se aplica a las aves de la familia de los hirundínidos (Hirundinidae), de las cuales hay una decena en la Península. Aunque diferentes por su tamaño, todas tienen la misma apariencia general, con alas largas y puntiagudas, pico corto, plumaje por lo general oscuro y cola ahorquillada en mayor o menor grado. Tiene vuelo ágil y en apariencia errático, con repentinos y marcados cambios de dirección. Ello se debe a que se alimentan de insectos que atrapan al vuelo. De las especies peninsulares, son residentes permanentes la golondrina manglera, Iridoprocne albilineata, de plumaje verde brillante en el dorso y alas y cola negruzcas; la golondrina pueblera o avioncito, Petrochelidon fulva; el martín gris o golondrina pechigris, Progne chalybea, y la de alas falcadas Stelgidopterix ridgwayi. Es residente invernal (en primavera emigra hacia el Norte) la golondrina arbórea Iridoprocne bicolor, de plumaje blanquísimo en la parte ventral, azul acero en el dorso y negro en las alas y la cola. Su nombre común deriva de que anida en oquedades en los árboles. Las restantes golondrinas registradas en la región son migrantes de paso que sólo hacen escala en territorio peninsular para cobrar fuerzas antes de continuar su viaje hacia Sudamérica en invierno, o hacia los Estados Unidos de América y Canadá en primavera. Tales son los casos, por ejemplo, del martín azul o avión azul, Progne subis; la golondrina ribereña Riparia riparia, y la más conocida de todas: la golondrina tijerilla, Hirundo rustica, de cola marcadamente bifurcada, que alcanza unos 38 cm y es de color azul metálico en el dorso. El nombre de la isla de Cozumel (maya, Cuzamil) deriva de la gran cantidad de golondrinas migratorias que en ella se congregan antes de iniciar el cruce del Caribe.