Garrapata En maya, pech. De este género parásito hay en la Península varias especies pertenecientes a las familias Ixodidae (que es la más nutrida) y Argasidae. Todas ellas se caracterizan por ser hematófagas, para lo cual poseen un aparato bucal especializado que les permite perforar y succionar. El dispositivo perforador consta de unas estructuras llamadas quelíceros, con los que cortan la piel, y otra llamada gnatostoma, con pequeños dientecillos que le permiten fijarse a la piel o la herida causada por los quelíceros. La succión se realiza a través de un estilete tubular por el cual se aspira la sangre a base de contracciones del estómago. El ciclo de vida de la garrapata comprende cuatro fases: huevo, larva, ninfa y adulto. Los huevecillos son depositados en el suelo y cuando las larvas nacen suben a las plantas, para ahí pasar al cuerpo de algún animal, al cual comienzan a chuparle la sangre. Algunas especies se transforman en ninfas y luego en adultos sobre el mismo huésped. Al llegar a adultos, se dejan caer al suelo para ovipositar. Otras especies sólo llegan a la etapa de ninfa en el huésped y se dejan caer para metamorfosearse a adulto en el suelo y suben a otro huésped. En otras especies, llamadas de tres huéspedes, los pasos de larva a ninfa y de ninfa a adulto ocurren en el suelo. Las garrapatas, a las que también se les llama pinolillo, son una seria molestia en el campo, donde abundan, ya que pueden infestar por cientos a las personas. Son también un grave problema para la ganadería, ya que dañan la piel de las reses y las debilitan al extraerles la sangre, con lo cual disminuye la producción de carne y leche. Finalmente, representan un problema de salud animal y humana, puesto que transmiten enfermedades como la piroplasmosis, la tularemia, la fiebre recurrente y otros padecimientos. Igualmente, inoculan ciertas sustancias tóxicas, no bien estudiadas, que provocan un síndrome de tipo paralítico, a veces mortal, en los animales fuertemente infestados.