Escuela Racionalista Sistema pedagógico para la impartición de la enseñanza primaria cuyos antecedentes teóricos están en las doctrinas anarquistas de finales del siglo XIX y cuyo máximo exponente en España fue Francisco Ferrer Guardia, profesor anarquista catalán fusilado en Barcelona en 1909. En esencia, se decía que la escuela racionalista proclamaba la libertad para el niño y que la escuela primaria ya transformada debía satisfacer las ingentes necesidades de desarrollo físico y psíquico de los educandos a través de la granja, taller, fábrica y laboratorios y que, en consecuencia, el maestro trocara su misión instructivista por la de hábil y entusiasta excitador de la investigación educativa y de la formación de espíritus libres de creencias religiosas y con la conciencia de ser elementos de producción. En Yucatán, en el período alvaradista, se considera que la tendencia pedagógica fue la racionalista adaptada al medio y a las circunstancias del estado, con algunas manifestaciones avanzadas, pero convertida en instrumento político. La primera aplicación de la escuela racionalista la efectuó en 1888 en Izamal Tiburcio Mena en su escuela particular «Perseverancia» y cuyo hijo, José de la Luz Mena, sería la cabeza de este movimiento, que fue ganando adeptos en Mérida y otras localidades. Cuando se celebró en 1915 el Primer Congreso Pedagógico, la comisión dictaminadora del punto referente a qué método debería seguirse en la primaria, integrada por José de la Luz Mena, Agustín Franco Villanueva, Consuelo Andrade, Candelaria Ruz Patrón, Abelardo Trujillo, Alfredo Peniche Erosa, Vicente Gamboa Araujo y Adolfina Valencia de Ávila, propuso la implantación de la escuela racionalista, lo que fue aprobado. Sin embargo, cuando el Departamento de Educación Primaria acató los acuerdos del Congreso, a la reforma adoptada se le llamó racional y no racionalista, manifestando su titular, coronel José Domingo Ramírez Garrido, que no se trataba de una aplicación exacta de la escuela de Ferrer Guardia, pues sólo tomaba de ésta su radicalismo en lo referente a las convenciones sociales y a las creencias religiosas, pues al mismo tiempo añadía la libertad y el amor en la enseñanza de la escuela de Montessori y el método natural e histórico de enseñar de la escuela nueva de Slander.
En el congreso obrero socialista de Izamal de 1921 se declaró indispensable al racionalismo para levantar el nivel moral e intelectual de la clase proletaria y se especificaron tres principios básicos a los que debería sujetarse: unificación escolar, capacitación para el trabajo de utilidad social y educación para la vida cívica y política. La ley de educación racional fue aprobada el 23 de marzo de 1921 y promulgada por el gobernador Felipe Carrillo Puerto el 6 de febrero de 1922. Se constituyó el Consejo de Educación Primaria con los profesores Mena, Gamboa Araujo y Edmundo Bolio Ontiveros; además, el gobierno firmó un convenio con la Secretaría de Educación Pública, cuyo titular era José Vasconcelos, quedando Mena como representante de la SEP. Los directores de las escuelas fueron sustituidos por Consejos de Maestros; se suprimió el cargo de inspectores y en su lugar se creó el de organizadores, con la responsabilidad de defender los derechos de los maestros; se fundó la Liga de Maestros Racionalistas Francisco Ferrer, adscrita al Partido Socialista del Sureste, presidiendo la Liga el mismo Mena y se editó un órgano periodístico para dar a conocer las actividades de la Liga, del Consejo y otras. No todos los maestros se mostraron conformes, por lo que hubo muchos despidos y quejas ante Vasconcelos, quien dispuso la reposición de los afectados. Considerando Mena que eso violaba la soberanía del estado, renunció al cargo de representante de la SEP en mayo de 1922, permaneciendo en la Liga hasta julio, en que electo diputado al Congreso de la Unión se ausentó. Lo sucedió Gómez, quien continuó la tarea de reorganización de las escuelas, que se había iniciado desde marzo. Mena renunció también al Consejo siendo sustituido por Fernando Gamboa Berzunza, pero, por decreto del 17 de enero de 1923, el gobierno creó el Departamento de Educación Primaria y nombró como jefe a Bernardino Enríquez, quien dio libertad para suprimir los consejos en las escuelas y que volviesen a tener directores y que reasumieran sus antiguas funciones los inspectores, lo que ocasionó constantes enfrentamientos con la Liga; a pesar de ello, los maestros pertenecientes a ella solicitaron al ejecutivo la realización de un curso de perfeccionamiento que comprendería clases de conservación de frutas, química industrial, cerámica, repostería, aplicación de trabajos manuales, dibujo y pintura decorativa, así como que se concediera pasajes a los participantes. El gobierno accedió a ello, pero pidió exámenes orales para el mes de junio e hizo notar en su respuesta que ya no se consideraba a la racionalista como la escuela oficial. Los cursos se efectuaron en agosto. Posteriormente la Liga Ferrer recibió un golpe político al aceptar el Partido Socialista a otra Liga formada por los maestros opuestos al racionalismo y que apoyaban las decisiones del Departamento de Educación Primaria. Ante su debilitamiento, la Liga Ferrer se limitó a defender los derechos de sus agremiados, entre los que se contaban Crisanto Torres Coronado, Raquel Dzib Cicero, Víctor M. Martínez, Laureano Cardós Ruz, Joaquín Ceballos Mimenza, Arsenio Rosado López, Luis D. Romero, Ramón Espadas Aguilar, Ricardo Mimenza Castillo, Aristeo Vázquez Delgado y Prudencio Patrón Peniche. Mientras tanto, Mena llevó su mensaje a congresos de maestros y a los medios políticos de la Ciudad de México, influyendo en la reforma del artículo tercero constitucional que estableció la educación socialista, aunque nunca estuvo de acuerdo con ella porque conservó muchas características de la escuela tradicional.