Escritura maya Existieron en las culturas diferentes tipos de escritura que pueden a su vez, representar la evolución del modo como la humanidad pudo plasmar hechos e ideas para transmitirlas a las generaciones futuras. El modo más sencillo fue dibujar el objeto que se quería significar; una casa representaba una casa. Este modo se llama pictografía y resulta muy limitado, debido a la gran cantidad de objetos existentes y a la imposibilidad de transmitir conceptos más abstractos. El segundo paso consistió en representar ideas, como caminar con un pie. Aunque estos símbolos permiten la transmisión de nociones más complejas, eran a su vez incapaces de representar nociones como el tiempo o los sentimientos. El verdadero sistema de escritura se inició cuando los objetos perdieron su significado para adquirir un valor fonético silábico. Así, combinando signos se pudieron representar palabras. A este sistema se fueron agregando otros signos que tenían un valor semántico. Finalmente, las sílabas fueron descompuestas en fonemas, las más pequeñas unidades del sonido, creándose el sistema alfabético.
Mientras un ideograma representa un objeto o una idea con un solo signo, nuestra escritura requiere de varios signos para representar lo mismo; sin embargo, el número de estos signos es mucho más reducido (27 en nuestro caso). Además, mientras que los ideogramas pueden ser leídos por cualquier persona, para leer un texto alfabético es necesario conocer la lengua en que fue escrito. El furor religioso de los primeros años de la dominación española, hizo desaparecer la totalidad de los textos conservados en los códices del Postclásico yucateco, con excepción de los tres (o cuatro, si se considera el Códice Grolier) conocidos con el nombre de las ciudades donde se conservan: Madrid, Dresden y París. Fray Diego de Landa, acusado de haber destruido gran cantidad de códices mayas, fue quien nos dejó una lista de 29 signos mayas con su transcripción fonética. Sin embargo, los intentos de desciframiento con este alfabeto fracasaron, pese a que Landa no estuvo del todo equivocado. Aunque todavía, después de un siglo de investigación, no podemos traducir íntegramente la escritura maya, la mayor parte de la misma ha sido interpretada. Conocemos todos los signos relativos a los numerales y a la cronología, así como a los principales aspectos de la astronomía.
Los descubrimientos se detuvieron en los años 30, pero a partir de los últimos años de la década de los 50 y el principio de los 60, nuevos métodos de trabajo permitieron otros importantes descubrimientos. Yuri Knorosov observó que en los códices existen unos 287 signos, demasiados para ser un sistema alfabético, muy pocos para ser ideográfico. Por lo tanto, demostró que los mayas utilizaban un sistema logográfico mixto en el que los elementos fonéticos y semánticos se combinaban, pero tenían también un silabario. Eric Thompson ya había descubierto algunos errores cometidos por Landa, como por ejemplo su signo B, en que aparece la huella de un pie humano. En maya, camino se dice be, que se pronuncia como la letra del alfabeto español B; por lo tanto, el signo registrado por Landa es una sílaba y su alfabeto es más bien un silabario incompleto. Knorosov demostró que las palabras formadas por consonante-vocal-consonante (CUC) se escribían con dos signos silábicos equivalentes a CU-CU, sin pronunciar la última vocal.
La lectura se dificulta, sin embargo, cuando se añaden a los ideogramas complementos fonéticos como prefijos o sufijos, como consonante final. De conocerse estos complementos fonéticos, se adelantaría mucho el proceso de desciframiento. David Kelly observó así que en Palenque, el nombre Pacal (Escudo de Mano) podía escribirse indistintamente con la figura escudo de mano (ideograma) o fonéticamente, como pa-ca-l (a). Heinrich Berlin sugirió que los nombres de las ciudades correspondían a los glifos emblemas, y pudo identificar los de Tikal, Naranjo, Yaxchilán, Piedras Negras, Palenque, Quiriguá y Seibal. En el sarcófago de Palenque observó que los personajes representados en los costados venían acompañados de un glifo que seguramente era el hombre. Además, pudo identificar el glifo que significaba mujer o femenino. Tatiana Proskouriakoff, trabajando en Piedras Negras, sospechó que ciertos signos asociados a fechas podrían significar hechos como nacimientos, entronización, muerte, etcétera, debido a que el tiempo transcurrido entre las diversas fechas correspondía a la duración de una vida humana. Así, los textos de estas inscripciones tendrían un contenido histórico. Con este método, estudió las inscripciones de Yaxchilán, concluyendo que registraban los hechos predominantes de cada reinado, como el nacimiento del monarca, acceso al trono, victorias militares, los nombres de los prisioneros importantes, sacrificio y defunción. Tradujo los nombres de los monarcas, de sus antecesores y sucesores, de los usurpadores, de sus esposas e hijos, así como de las ciudades aliadas o enemigas.
David Kelly reconstruyó así parte de la historia de Quiriguá y su relación con Copán. Christopher Jones identificó a varios gobernantes de Tikal; Berlin hizo lo mismo para Naranjo y Palenque y agregó información a lo hecho por T. Proskouriakoff en Piedras Negras. Alberto Ruz adelantó trabajos en Palenque. En 1973, Linda Schele y Peter Mathews descifraron la historia dinástica completa de los gobernantes de Palenque desde el año de 465, adicionada posteriormente por los mismos y Floyd Lunsbury. Gracias a ellos conocemos el rol que desempeñaron en Palenque gobernantes como Pacal y Chan Bahlum. Muchos adelantos se han realizado desde entonces en todos los ámbitos del mundo maya en la interpretación de los glifos, y nos acercamos cada día más a la lectura completa de las numerosas inscripciones que perduran todavía.