Hanlil col Antigua ceremonia maya que celebraban los milperos para pedir a los dioses de los vientos que fueran favorecidos en sus próximas siembras y en la que estaba prohibido que participaran las mujeres. La ceremonia evolucionó con el tiempo y en la actualidad todavía se practica, aunque con algunas modificaciones. De acuerdo con el testimonio del mayólogo Narciso Souza Novelo, quien presenció ceremonias del Hanlil col a fines del siglo pasado y principios del presente en diversas localidades de Yucatán, ésta se llevaba a cabo de la siguiente manera: entre los meses de abril y mayo, los campesinos mayas realizaban el U han lil col (la comida de la milpa). Para el acto, solicitaban los servicios del H-Men o hechicero de mayor fama que viviera en el lugar más cercano. Después de fijado el día y la hora para la ceremonia, comenzaban los preparativos con la organización de un puh (una batida) para cazar uno o dos venados utilizados para la vianda. También se mataban pavos y gallinas. Las viandas eran condimentadas con kuxub (achiote), sikil (pepita de calabaza) y sakan (masa de maíz), procurando que el agua para hacer el k’ol (masa disuelta) se trajera de algún pozo o cenote abandonado bajo el monte, o de algún ojo de agua surgido al pie de un árbol viejo. Cocinadas todas las viandas en apastes grandes de barro, se preparaban unas tortillas de maíz muy gruesas, no muy cocidas, y con ellas se elaboraba el tutuk-wah o tutukil-wah, que después se convirtió en tuti-wah. Sobre la primera tortilla se ponía el k’ol y algunas partes del venado y de las aves; se cubría todo con otra tortilla. Sobre ésta se repetía el proceso, de manera sucesiva, hasta sobreponer nueve tortillas, echándoles encima suficiente k’ol para que el conjunto apareciera como si fuera una sola pieza. De estos tuti-wahes se escogían nueve con las mejores presas, para ser distribuidos en los cuatro costados de la milpa y en su centro. Para completar la ceremonia, también hacían el muxu’ o muxub que consistía de frijol molido frito. Con este guiso se preparaban parejas de tortillas gruesas como en el tuti-wah. La diferencia consistía en que solamente se usaban dos tortillas y no nueve. El H-men, desde que comenzaban los preparativos de la comida, estaba presente examinándolo todo para que al quedar listos los manjares iniciara sus oraciones dedicadas a los cuatro vientos, llamándolos y ofreciéndoles las viandas. No faltaba la bebida balché’ que el H-men utilizaba para rociar la comida, las personas y el terreno donde se efectuaba la ceremonia. Cuando coincidía que durante ésta soplara algún fuerte viento, acompañado de remolinos, el H-men quedaba muy satisfecho y decía en lengua maya a los concurrentes: «tenían que oírme, saben que cuando los llamo es porque necesito señalarles el lugar donde tienen que actuar». Terminada la ceremonia se recogían los nueve tuti-wahes colocados en la milpa y se distribuían entre los concurrentes, luego de que la mayor parte de las viandas las separaba el H-Men para él y los suyos. Realizada la ceremonia, sobre el terreno se podía hacer ya la siembra adelantada llamada tikin-muk, que por lo regular se efectuaba a mediados o fines de mayo. La ceremonia se practica en la actualidad, aunque no conserva la pureza de sus ritos originales.