Hambrunas

Hambrunas  Períodos de hambre colectiva, que ocurren en determinada región por la falta o pérdida de las cosechas debido a varias causas. En Yucatán, las principales causas han sido las sequías y la presencia de mangas de langosta, pero también han ocurrido después de alguna mortandad por enfermedad epidémica y algunas otras eventualidades. Gracias al estudio de los llamados Libros de Chilam Balam y de los hechos consignados en ellos, se ha podido fijar la presencia de las hambrunas en la época maya; a partir de la Conquista se cuenta con los relatos de cronistas e historiadores.

En orden cronológico, el registro de las hambrunas, con sus causas, inicia en 1283 por sequía; 1338, langosta; 1342, epidemia de fiebre amarilla; 1421, fiebre amarilla; 1441, por guerra contra Mayapán; 1447, por una gran helada que abarcó hasta el altiplano mexicano, pues también la consignan las crónicas indígenas de la región; 1461, sequía; 1464, por un gran huracán que arrasó las sementeras, rememorado por Landa; 1478, langosta; 1480, fiebre amarilla; 1513, langosta; 1535, sequía, ocurriendo cerca de Sotuta la masacre que hicieron los Cocom de los Xiu, que se dirigían a Chichén Itzá para formularle rogativas a Chaak; 1538-1539, langosta; 1552, langosta, que originó que en las ordenanzas del visitador Tomás López se pidiera a los caciques cuidar las siembras y guardar los sobrantes; 1570-1571, sequía, a la que se sumó una epidemia de viruela que mató a muchos campesinos; 1618, fiebre amarilla; 1628, se presentó un temporal con abundante lluvia que duró 21 días continuos, provocando la pérdida de las siembras y grandes inundaciones en que perecieron los animales domésticos, ruina de edificios y aparición de epidemias de gastroenteritis, y en 1630 una manga de langosta que acabó con la vegetación.

Un negro período para la historia de Yucatán fue el de 1648 a 1654, no sólo por el despótico gobierno del conde de Peñalva, sino también porque ocurrió la más fuerte epidemia de fiebre amarilla, que mató a miles de personas en el campo y, por si fuera poco, en 1651 hubo una sequía absoluta con elevadas temperaturas, que no sólo produjeron muchas bajas, sino también obligaron a la gente a emigrar en forma masiva hacia el Sur, de las cuales regresaron 22,000 personas, al terminar estas calamidades. En 1692, un ciclón calificado como espantoso derribó árboles y casas y arruinó las sementeras, provocando una hambruna generalizada, que se agravó por una epidemia de fiebres palúdicas; en 1710, por langosta; de 1725 a 1727 hubo otra intensa sequía y pérdida de cultivos y a pesar de las medidas del gobernador, Mariscal Antonio de Figueroa y Silva, murieron de hambre 17,000 personas; en el período de 1765 a 1770 la presencia constante de grandes mangas de langosta originó gran escasez de alimentos; de 1803 a 1805, por sequía; prolongándose de 1806 a 1809 debido a otra epidemia de fiebre amarilla; en 1817, por sequía; en 1822-1823, también por sequía, pero agravada la situación, por algunas medidas restrictivas dictadas por el gobierno de la nueva nación independiente y por la transitoria desorganización del gobierno estatal, que propició una inseguridad generalizada y asaltos a mano armada a las haciendas y pueblos en busca de alimentos; en 1833-1835, epidemia de cólera que segó la vida de 66,000 habitantes y no hubo cultivos; de 1847 a 1849, debido al estallido de la Guerra de Castas, el arrasamiento de haciendas y la huida de campesinos. En 1853 una epidemia de cólera mató a grandes cantidades de pobladores, tanto en la región occidental como entre los sublevados de Oriente. El posterior florecimiento del cultivo del henequén salvó a Yucatán, pues aunque se presentaron sequías, langostas y epidemias, hubo dinero para adquirir alimentos. De esta época moderna, sólo se puede consignar que de 1941 a 1944, una plaga de langosta provocó escasez de maíz, que no pudo ser traído en suficiente cantidad debido a situaciones originadas por la Segunda Guerra Mundial; en esta época hubo racionamiento del cereal para la población, pero también asaltos a tiendas en algunas localidades. En lo que va de los 90, la crisis económica general ha provocado, no precisamente hambruna aguda, pero si un deterioro alimenticio y aumento en los índices de desnutrición.