Escudo de Mérida El 14 de junio de 1543, casi a raíz de la fundación de Mérida, los integrantes del Cabildo intentaron por vez primera que la Corona Española no sólo confirmara el nombre dado por ellos a la nueva población construida sobre la antigua T’ho, sino que también le fuera concedido el título de ciudad y un escudo de armas consistente en «cuatro torres y en medio, una de homenaje. En cada torre y en la de homenaje, un estandarte colorado en campo amarillo, armadas las torres sobre cuatro leones las cabezas afuera, en memoria de la conquista de la población de esta tierra». El escudo no fue concedido, aunque en la obra de Ignacio Rubio Mañé, Alcaldes de Mérida de Yucatán (1543-1941), se reproduce con sus colores y esmaltes originales. Ni Francisco de Montejo ni sus hijos lograron conocer el escudo de armas, finalmente otorgado a Mérida de Yucatán de las Indias por Felipe III, el 18 de agosto de 1618, por Real Privilegio proporcionado en San Lorenzo el Real, en premio a su fidelidad y buenos servicios. El 13 de julio de ese mismo año, el rey de España había ratificado desde Madrid el título de «Muy Noble y muy Leal ciudad de Mérida», concedido años atrás por Real Merced del 30 de abril de 1605 para honrar el nacimiento de su primogénito, el Infante de España y futuro rey, Felipe IV.
Hasta donde diversos investigadores interesados han podido averiguar, no se conserva ni en México ni en España el dibujo o grabado original del emblema. Sin embargo, Diego López de Cogolludo incluye en su Historia de Yucatán el texto íntegro de los privilegios reales de nobleza y armas. Este último documento hace una descripción heráldica bastante clara del blasón concedido: «un escudo con un león rampante en campo verde y un castillo torreado en campo azul». Cogolludo no es el único historiador que menciona el escudo de armas meridano. Unos 40 años antes Gil González Dávila lo hizo en su libro Teatro eclesiástico y dos siglos más tarde, Jerónimo del Castillo en su Diccionario histórico, biográfico y monumental de Yucatán refiere que en el libro de Dávila figuraba una estampa de las armas de Mérida, tal como fueron originalmente. Existe en Mérida un escudo considerado como el más antiguo de la ciudad, cuya composición es análoga al libro de Dávila: la piedra armera empotrada en la pared exterior oriental del Portal de Granos, sitio al que fue trasladada con motivo de las obras de reconstrucción realizadas allí. Procedía del antiguo Museo Yucateco de Historia y todo parece indicar que se trataba de la misma piedra que hasta 1861 permaneció incrustada en el muro oriental de la Ciudadela de San Benito, de acuerdo con el obispo Crescencio Carrillo y Ancona. Tanto en la estampa del escudo de armas que aparece en el texto de Dávila, como en la piedra armera empotrada en el Portal de Granos y en el que existió en el antiguo rastro de la ciudad, aparece el blasón timbrado por una corona ducal, en probable alusión a que esta ciudad era sede de una capitanía general. El sello del escudo meridano se usó relativamente poco en los documentos oficiales de los siglos XVII y XVIII y desapareció al declararse la independencia de Yucatán, sobre todo después del 2 de mayo de 1825, fecha del decreto expedido por el presidente de México, Guadalupe Victoria, en el que se estipula la destrucción de «los escudos de armas y demás signos que recuerden la antigua descendencia y enlace de esta América con España». Tampoco vuelve a figurar en períodos más avanzados del siglo XIX, ni antes ni después del Segundo Imperio. Sin embargo, su uso no se extingue del todo, empleándose comercial y popularmente, por ejemplo en las litografías conmemorativas por la visita de la emperatriz Carlota a Yucatán, en diciembre de 1865, o en la papelería del antiguo Banco Mercantil de Yucatán, entre otros.
Con la llegada del siglo XX, el escudo de armas de Mérida resurge nuevamente usándose en monumentos, edificios públicos y casas de gobierno. Reaparece con dos nuevos elementos que adornan su parte inferior: las ramas cruzadas de olivo y laurel y la cintilla con su título de «Muy Noble y muy Leal ciudad de Mérida». El escudo de armas de Mérida, reproducido correctamente, tiene el formato clásico español: cuadrilongo con la parte inferior redonda. Es un campo partido, o sea dividido verticalmente en dos partes iguales. A la derecha, en campo verde, se muestra a un león en posición rampante, es decir, en actitud feroz, enderezado sobre sus patas con las manos levantadas, la diestra en alto y la siniestra más baja, con las fauces abiertas mostrando la lengua encorvada. A la izquierda, en campo azul, se representa un castillo con tres torrecillas almenadas en su parte superior. En rigor, se desconocen los verdaderos colores de ambas figuras, ya que en el texto original de la descripción heráldica no se mencionan. La corona ducal debe de lucir en oro y para la cintilla inferior y su leyenda se pueden usar cualquiera de los esmaltes y metales comunes al escudo (azul, verde u oro). El león simboliza majestad, valor, fuerza y el noble espíritu guerrero. El castillo denota grandeza, poderío y tenaz resistencia ante el enemigo. El azul proclama virtudes y cualidades tales como la lealtad y la justicia, la hermosura y la serenidad. El verde encarna, además de la esperanza, la libertad y la intrepidez. No debe pasar inadvertido que tanto el león como el castillo son los mismos que España desprendió de sus armas nacionales y de su bandera para honrar y distinguir permanentemente a la ciudad de Mérida.