Juan Pablo II (visita pastoral) El miércoles 11 de agosto de 1993, Juan Pablo II, el Papa número 264 en la historia de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, llegó a Yucatán en su primera visita a esta entidad y en su calidad de jefe de Estado, tras el establecimiento de relaciones diplomáticas entre México y el Vaticano. Fue recibido en el Aeropuerto Internacional de Mérida Manuel Crescencio Rejón por el presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, la gobernadora del estado, Dulce María Sauri Riancho, miembros del gabinete presidencial, el cuerpo diplomático acreditado en el país, gran parte de la cúpula eclesiástica, los presidentes de los partidos políticos mexicanos y un gran número de funcionarios federales y estatales. Durante la ceremonia de bienvenida, se detonaron en su honor 21 cañonazos de salva, se interpretaron los himnos de México y el Vaticano y sus mandatarios pronunciaron sendos discursos. Juan Pablo II anunció que venía como peregrino de amor y de esperanza. Minutos después, en un helicóptero de la Presidencia de la República, se trasladó a la ciudad de Izamal, donde presidió una reunión con representantes de diversas etnias de América Latina y en la que participaron más de 5,000 feligreses congregados en los patios del convento franciscano. Allí convocó a los integrantes de esa Orden para que continuaran, con fe y entusiasmo, su labor evangelizadora y dirigió un mensaje en el que criticó las injusticias cometidas con los pueblos indígenas, «desde la península de Alaska hasta la Tierra del Fuego». También exhortó a reducir la desigualdad e instó a una nueva distribución de la riqueza entre el norte rico y el Sur pobre del Continente Americano. «Desde Izamal —dijo—quiero lanzar un llamado a las sociedades desarrolladas para que superen los sistemas económicos orientados exclusivamente hacia el lucro».
El indígena yucateco Primitivo Cuxim Caamal habló en nombre de las etnias presentes. Religiosas y sacerdotes, también yucatecos, le regalaron la Biblia escrita en lengua maya. En la llamada «Ciudad de los Cerros», Juan Pablo II coronó de nuevo a la Virgen de Izamal como reina y patrona del estado. Al filo de las 13 horas regresó a Mérida, donde fue recibido en el Estadio Salvador Alvarado por cientos de niños vestidos de monaguillos. A bordo de su vehículo panorámico, recorrió la ciudad por las avenidas Campo Deportivo, Paseo de Montejo y la calle 58 para dirigirse al palacio de gobierno, sitio donde sostuvo una reunión privada con el presidente Salinas de Gortari, en la que se abordó la situación internacional, las reformas constitucionales que normalizaron la vinculación entre Estado e Iglesias de México, así como el restablecimiento de relaciones entre México y el Vaticano. Posteriormente, se trasladó a la Catedral de Mérida, primera iglesia construida en tierra firme de América, y oró ante el Cristo de la Unidad. Realizó un segundo recorrido por la ciudad, abarcando la calle 60, avenidas Cupules y Pérez Ponce y la calle 18 de Itzimná, para llegar al Seminario Conciliar de San Ildefonso, donde descansó y pernoctó. Por la tarde, se dirigió al Campo Eucarístico de Xoclán y ofició misa ante un millón de feligreses. Durante la ceremonia litúrgica se escuchó el Evangelio en lengua maya y estuvieron presentes las imágenes de la Virgen de la Estrella y el Cristo Negro de Ichmul. El jueves 12, tras 24 horas de estancia en el estado, el Papa se despidió del pueblo y autoridades yucatecos y viajó a Denver, Colorado, Estados Unidos de América, para continuar su sexagésima gira por el extranjero, entrevistándose con el presidente estadounidense William Clinton y para celebrar el Día Mundial de la Juventud.