Juegos florales de Mérida

Juegos florales de Mérida  Fiestas líricas. Siete trovadores provenzales fundaron en Toulouse, Francia, la institución de los juegos florales, que se celebraron por primera vez en ese lugar el 1 de mayo de 1324. El poeta Arnaldo Vidal de Castelmondary obtuvo el primer premio consistente en una violeta de oro por su poema dedicado a la Virgen, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción. A través de los siglos se mantuvo la práctica de estas fiestas de arte y poesía que alcanzaron gran arraigo en España; de ahí que los primeros juegos florales en México los organizara la colonia española, el 7 de septiembre de 1901, en el Teatro Principal de la Ciudad de México, para celebrar las fiestas de La Covadonga. En esta justa obtuvo un premio el poeta de ascendencia yucateca José Peón del Valle, por su canto a la fraternidad hispanoamericana. En 1903, se efectuaron los primeros juegos florales de Mérida, que fueron organizados por la Junta del Hospital O’Horán, a beneficio de obras de construcción para este centro de salud. El presidente de la Junta fue Pedro M. Peón de Regil; el vicepresidente, Luis F. Urcelay; el secretario, Fernando Casares y el tesorero, Enrique Muñoz Arístegui. Participaron en el evento no sólo poetas yucatecos, sino también algunos procedentes de otros estados, entre ellos el destacado bardo y periodista jalisciense Manuel Caballero, quien obtuvo el premio de la Flor Natural por su poema Piedad. Caballero no pudo asistir a la fiesta para recibir su trofeo y Delio Moreno Cantón, en su representación, eligió como reina de los juegos florales a Dolores Molina Figueroa. La ceremonia de coronación y premiación se llevó a cabo en el Palacio de Gobierno. El jurado calificador lo integraron Manuel Sales Cepeda, Luis F. Urcelay y Ramón Aldana Santamaría. Los mantenedores de la fiesta fueron Juan Francisco Molina Solís y José Peón Contreras. Además de la Flor Natural, se otorgaron otros premios: el de 500 pesos del gobierno del estado también a Manuel Caballero por su Oda a la caridad; el del Ayuntamiento de Mérida, por una suma igual, al periodista Carlos R. Menéndez por su poema Patria y honor, y el del Centro Español, consistente en dos óleos, al poeta José Inés Novelo por su soneto A su majestad la reina, así como varios accésits y menciones honoríficas a otros participantes.

Los segundos juegos florales de Mérida se llevaron a cabo el 19 de septiembre de 1910, organizados por el Centro Español en el Teatro José Peón Contreras, como su contribución a las celebraciones del Centenario de la Independencia de México. El premio de la Flor Natural se declaró desierto, aunque fueron galardonados José María Valdés Acosta por su Canto a Yucatán, Manuel Sales Cepeda por su ensayo «Yucatán y el mariscal Echeverri», Joaquín Pasos Capetillo por su poema A Quintana Roo y Pedro Solís Cámara y Ángel M. Segovia, por sus cuentos. Las jóvenes que integraron la «Corte de Amor», eligieron como reina de la fiesta a Celia Peraza Buendía. El discurso del mantenedor estuvo a cargo de Ángel Just Lloret, quien participó en sustitución de Manuel Sales Cepeda, el cual no pudo asistir por enfermedad. Los terceros juegos se realizaron el 23 de mayo de 1917, también en el Teatro José Peón Contreras, organizados por la junta directiva del Ateneo Peninsular. El mantenedor de la fiesta fue Antonio Mediz Bolio y la Flor Natural la obtuvo Carlos R. Menéndez por su poema Por el ideal, además de una mención por El nocturno del suspiro y un premio a su cuento La elocuencia del cura Marfil. Otros galardonados fueron Humberto Esquivel Medina por su canto A la primavera, así como Enrique Aznar Mendoza y Pedro Alcalá Hernández por sus sonetos. Carlos R. Menéndez proclamó a Aurora Sauri Cetina como reina de la fiesta. El jurado calificador estuvo presidido por Gonzalo Pat y Valle.

Los siguientes juegos florales se celebraron el 29 de mayo de 1922, de acuerdo con el historiador Víctor M. Suárez Molina. Sin embargo, Roger Cicero Mac-Kinney sostiene en su libro, Los juegos florales de Mérida de 1903 a 1992, que hubo unos previos realizados el 12 de octubre de 1919, con motivo del CDXXVII aniversario del descubrimiento de América, en los que fue premiado Rafael Mediz Bolio por su poema A la católica majestad de Isabel I, reina de dos mundos. Suárez Molina señala en, Los juegos florales de Mérida en el primer cuarto de siglo, que la fiesta de 1922 fue organizada por el Yucatán Club, cuyo presidente fue Enrique Cantillo y el secretario, Carlos Esquivel Medina. El poeta premiado con la Flor Natural fue Jaime Tió Pérez por su Loa a la primavera y eligió como reina de los festejos, efectuados en el Teatro José Peón Contreras, a Sara Casellas Díaz. De acuerdo con los temas seleccionados para los juegos, resultaron galardonados Miguel Rivero Trava por la Oda a Terpsícore, elaborada en verso clásico; Manuel Yerno, por la prosa Elogio a la mujer yucateca, y Serapio Baqueiro Barrera en la categoría de poema en prosa con tema libre. El tema «Soneto a don Guillén de las Casas», quedó desierto. Integraron el jurado Hernando Ancona Pérez, Manuel Alcalá Martín y Luis Rosado Vega. El mantenedor fue Hernán Irigoyen Díaz.

El Club Mérida convocó en 1927 a los Quintos Juegos Florales para conmemorar el CCCLXXXV aniversario de la fundación de la ciudad y participaron los intelectuales y poetas de Yucatán, Campeche, Tabasco y Quintana Roo. El festejo de premiación y coronación de la reina se efectuó en el local recién inaugurado del Club. Se instituyeron tres temas de competencia: canto a la ciudad, en metro libre, en el que triunfó José María Covián Zavala, premiado con la Flor Natural; estudio en prosa sobre la personalidad de Francisco de Montejo, el Mozo, que ganó Serapio Baqueiro Barrera, y un tríptico de sonetos a Nachí Cocom, José Peón Contreras y Justo Sierra O’Reilly, cuyo galardón correspondió a Alberto Bolio Ávila y Jesús Amaro Gamboa. Fue electa reina Gilda Torre, hija del gobernador del estado, Álvaro Torre Díaz. Se constituyeron dos jurados, uno para poesía, integrado por Vidal González, Horacio E. Villamil Rendón y Filiberto Burgos Jiménez, y otro para el estudio, formado por Carlos R. Menéndez, José María Valdés Acosta y Andrés Sáenz de Santa María. El mantenedor fue el periodista Rubén Menéndez Romero.

Los siguientes juegos florales de Mérida se celebraron hasta el 30 de enero de 1946 en el Teatro José Peón Contreras. El gobernador Ernesto Novelo Torres lanzó la convocatoria en octubre de 1945 firmada por la comisión organizadora que constituyeron Leopoldo Peniche Vallado, en su calidad de director general de Bellas Artes; Augusto Rosado Cantón, por el Club Rotario; Próspero Martínez C., por el de Leones, y José J. Castillo Pérez, por la Sociedad La Unión. Los temas elegidos fueron: poesía libre, donde resultó vencedor y galardonado con la Flor Natural Jesús Reyes Ruiz y ensayo sobre la historia de Yucatán de 1865 a 1910, que ganó Eduardo Urzaiz Rodríguez. Los jurados los integraron Alfonso Cravioto, Francisco Javier Santamaría y Carlos Pellicer, para poesía, y Silvio Zavala Vallado, Héctor Pérez Martínez y Ermilo Abreu Gómez, para ensayo. La reina de los juegos fue Noemí Novelo Serrano, hija del gobernador, y como mantenedor se designó al decano de los poetas peninsulares, José Inés Novelo.

Luego de 13 años, el 5 de febrero de 1959, se celebraron los subsecuentes juegos florales bajo la denominación de I Juegos Florales Nacionales. La velada de premiación tuvo lugar en el Teatro de la Universidad de Yucatán. El jurado para elegir canción, certamen que por primera vez se instituyó, lo formaron Efraín Pérez Cámara, Nicomedes Canto y Mercedes Heredia Nicoli, en tanto que el de poesía lo configuraron Luis D. Romero y Esteban Rejón Tejero. La Flor Natural fue otorgada a Carlos Duarte Moreno y obtuvieron el primero y segundo lugar, respectivamente, en la categoría de canto, Julián Molina y Javier Alayola Duarte. La reina de los festejos fue Flor Cáceres Álvarez. En enero de 1963, se realizaron los Séptimos Juegos Florales de Yucatán, de acuerdo con la designación del comité organizador formado por Luis Espinosa Alcalá, presidente; Carlos Góngora Briceño, secretario y Alfredo Aguilar y Aguilar, tesorero. Fue nombrado mantenedor de la justa el poeta asturiano Alfonso Carmín Meana. El jurado para poesía lo integraron Manuel Montes de Oca, Alfredo Aguilar Alfaro y Alberto Cervera Espejo, mientras que el jurado para canción vernácula lo configuraron Mercedes Heredia Nicoli, Próspero Martínez Carrillo y Felipe Domínguez, hijo. La reina electa fue Imelda Ugalde Burgos. La velada de premiación se efectuó en el Teatro de la Universidad de Yucatán. El ganador de la Flor Natural fue Roger Cicero Mac-Kinney por su poema en dos tiempos A Mérida, el segundo lugar correspondió a Felipe Castañón Granados y el tercero a Juan Cervera Milán. Respecto de la canción vernácula, los premiados fueron Manuel Montes de Oca por su composición Bajo tu cielo azul, José Martínez Novelo y Manuel López Barbeito por A mi Mérida íntima.

El 4 de noviembre de 1975 se dio a conocer la convocatoria para los que fueron nombrados Primeros Juegos Florales de la ciudad de Mérida, que culminaron el 6 de enero de 1976, al conmemorarse el CDXXXIV aniversario de la fundación de esta ciudad capital. La convocatoria estableció como temas de competencia «una composición en metro y extensión libres» sobre las costumbres, tradiciones y paisajes de Mérida, para el certamen de poesía, y una canción vernácula. El mantenedor designado fue el escritor, crítico y poeta José Esquivel Pren. El jurado para elegir canción lo formaron Armando de la Guerra, representante de la empresa discográfica Orfeón; Jorge Mattar, de la Musart, y Alfredo Mitchel, de la Radio Corporation of America, RCA-Víctor. Los ganadores fueron Ramón Triay por El canto de mi ciudad, José Antonio Ceballos Gutiérrez por Canto a Mérida y Javier Alayola Duarte por A Mérida. El jurado para poesía lo integraron Ermilo A. Padrón, Carlos Chac y Tejeda y Rodolfo Ruz Menéndez. El primer lugar y la Flor Natural correspondió a Gustavo Vega Ibarra por A Mérida, y el primer accésit lo recibió Manuel Díaz Massa. Los segundos premios fueron otorgados a Alberto Muñoz Ávila y José Rafael Menéndez Navarrete. La reina electa fue Alva Margarita Cervera Lavat y la ceremonia de coronación y premiación se realizó en el cine Mérida. El 1 de junio de 1990 se publicó la convocatoria para celebrar los llamados Novenos Juegos Florales de Mérida. El mantenedor de la justa fue el escritor Carlos Montemayor Aceves y la reina electa, Lorena Seijo Canto. El comité organizador estuvo presidido por Alfredo Aguilar y Aguilar. El primer premio de poesía y la Flor Natural fue para la poetisa jalisciense Estela Alicia López Lomas y el segundo lugar lo obtuvo Brígido A. Redondo. El jurado correspondiente lo constituyeron Próspero Martínez Carrillo, Rodolfo Ruz Menéndez y Ariel Avilés Marín. El primer premio al tema de cuento lo ganó el tabasqueño Manuel Cabal Naranjo, por Los náufragos, y el segundo, Mario González Suárez por Bivio. Los integrantes del jurado fueron Carlos Urzaiz Jiménez, Roldán Peniche Barrera y Raúl Maldonado Coello.

Con motivo de los 450 años de la fundación de Mérida se convocó a los más recientes juegos, bajo la denominación de XII Juegos Florales de la ciudad de Mérida. La comisión organizadora fue nombrada por el Ayuntamiento y estuvo presidida por Javier Otero Rejón. Los temas de concurso fueron: poesía —categorías de verso tradicional y verso libre—, narrativa y ensayo. El jurado para ensayo lo formó Juan Duch Colell, Salvador Rodríguez Losa y Juan Francisco Peón Ancona; el de narrativa, Roldán Peniche Barrera, Beatriz Rodríguez Guillermo y Jorge Lara Rivera; el de poesía en verso libre, Roger Campos Munguía, Irene Duch Gary y Francisco López Cervantes, y el de poesía en forma tradicional, Roger Cicero Mac-Kinney, Mario Barajas Gómez y Mario Durán Yabur. El mantenedor de los juegos fue el poeta Fernando Espejo. La convocatoria se publicó el 1 de agosto de 1991 con las firmas al calce de Ana Rosa Payán Cervera, alcaldesa de Mérida, y Javier Otero Rejón. La reina electa fue Eugenia Díaz Cámara. En el género de narrativa resultaron galardonados con el primer lugar, Verónica Maldonado Carrasco, por su cuento La elección de la serpiente y segundo lugar, Ricardo Chávez Castañeda, por La noche seguía en la casa, ambos originarios del Estado de México. En el género de ensayo, ganó el primer lugar Salvador Cruz Montalvo por «La fundación de Mérida de Yucatán» y segundo lugar, Luis Millet Cámara por «Memoria del Museo Yucateco». En poesía tradicional obtuvo el primer lugar, el guanajuatense Herminio Martínez Ortega, por Mérida la luz, y el segundo, José Menéndez Navarrete, por Decirte amor. En verso libre se otorgó el primer lugar a Indalecio Cardeña Vázquez, por La huella del agua y el segundo a Sergio Uitz Rodríguez, por Mujer testigo. La ceremonia de premiación se llevó a cabo el 6 de enero de 1993, en el Teatro José Peón Contreras.