Vela, José Canuto (1802-1859) Sacerdote, político y orador. Nació en Tekax y murió en Mérida, Yucatán. Fueron sus padres Andrés Vela y Petrona Rojas. Concluida su educación primaria, sus padres lo introdujeron al comercio; sin embargo, un sacerdote de la localidad lo animó a estudiar gramática latina con él. Entusiasmado, continuó sus estudios en Mérida, donde tomó clases con Manuel Jiménez Solís y Pablo Moreno. En 1821, ya ofrecía una cátedra de gramática latina en Hecelchakán. En 1822, retornó a Mérida donde fue acogido por el sacerdote Tomás Domingo Quintana, quien lo terminó de instruir en el campo religioso. En 1825, recibió el sacerdocio de manos de Pedro Estévez y Ugarte, obispo de Yucatán. Poco después de 1834, fue promovido a la parroquia de Cacalchén, la cual permutó luego por la de Tecoh, para poder estar más cerca de Mérida. Vela alcanzó los puestos de promotor fiscal de la curia eclesiástica, consejero de gobierno y diputado de la Legislatura local.
En 1848, durante la Guerra de Castas, Vela fue comisionado por el obispo yucateco José María Guerra para encabezar una misión de sacerdotes que se entrevistara con los rebeldes y pactasen la paz. La misión estuvo compuesta de tres comisiones: una para los pueblos del Oriente, integrada por José Antonio García, Nicolás Baeza y fray Gregorio de la Gala; para los Chenes, formada por Manuel Antonio Sierra, José Ignacio Castro y fray Florencio Cerón, y para el Sur, constituida por el propio Vela, Jorge Burgos y Eleuterio Lizarraga. Para presentarse ante los indígenas, el obispo le dio a la misión una carta pastoral que fue traducida al maya por Vela, quien dominaba esta lengua; Carrillo y Ancona llegó a decir que el estilo maya de Vela era perfectísimo. La misión no tuvo éxito debido a la complejidad de las circunstancias; sin embargo, en 1851, Vela fue llamado de nuevo para atender otra misión por el general Rómulo Díaz de la Vega, quien tomó Chan Santa Cruz en 1852 y donde Vela pronunció «un sermón elocuentísimo», según Francisco Sosa. En su época, Vela era conocido por sus singulares dotes de orador, tanto en castellano como en maya, característica con la cual destacó desde antes de haberse recibido como sacerdote. Siendo cura de la parroquia de Izamal, desde 1850, falleció en Mérida y sus restos fueron trasladados a esa iglesia.