Villalpando, Luis de Religioso franciscano. Realizó estudios en la Universidad de Salamanca, España, donde obtuvo el título de licenciado en sagrada teología. Ingresó a la Orden de los franciscanos en la provincia de Santiago, donde perfeccionó sus estudios. Villalpando era predicador del convento de Zamora cuando se unió al grupo de religiosos que fray Jacobo de Testerea traía a la Nueva España en 1542. Formó parte del grupo que llevó fray Toribio de Motolinía a Guatemala y fue nombrado por éste, comisario, para encabezar el grupo que llegó a Yucatán a fines de 1544 o principios de 1545.
Luis de Villalpando aprendió la lengua maya en muy poco tiempo; se propuso aprender de memoria cuanta palabra oía y trataba de pronunciarla y de interpretar su significación; consideró los vocablos bajo sus diferentes oficios; por último los enlazó y formó las frases. De esta manera formó su gramática maya y escribió la obra titulada: Arte del idioma yucateco. Además escribió su Vocabulario maya, prototipo de los diccionarios mayas, hoy existentes.
Fray Luis de Villalpando organizó la misión de Campeche y sus alrededores, luego prosiguió la evangelización hacia los pueblos y rancherías más lejanas; penetró por la sierra a éstos y ante la dificultad de evangelizar por la dispersión de los indígenas, los redujo a poblaciones estableciéndose en lugares llanos y sitios más acomodados.
La labor de Villalpando abarcó aspectos tanto eclesiásticos como civiles, necesarios para la fundación de la república de naturales, por lo tanto Campeche dejó de ser una misión para transformarse en doctrina. Antes de dejar Campeche, Villalpando dio noticias de su establecimiento a los superiores de México y Guatemala, a los cuales expuso la necesidad de un mayor número de sacerdotes para la evangelización de estas tierras. Continuó su labor evangelizadora junto con Juan de Herrera en Mérida, donde fueron recibidos cordialmente por Francisco de Montejo, el Adelantado. Posteriormente, se reunieron con Lorenzo de Bienvenida, quien se puso bajo la autoridad de Villalpando por ser quien traía el cargo de comisario sobre el grupo procedente de Guatemala.
El primer trabajo de los franciscanos en Mérida fue buscar un sitio dónde fundar el convento y la iglesia para iniciar la conversión de los naturales. El lugar elegido fue un Cu o cerro alto. Bernardo de Lizana, al respecto, menciona que: «hecho a mano de piedra que a los indios servían de casas o templos de sus ídolos; no obstante que aquel sitio estaba ya señalado para hacer un castillo por lugar fuerte de que había de ser castellano el Adelantado, y sus sucesores para siempre; conforme a las capitulaciones que con el emperador había hecho el Adelantado».
Para lograr el propósito de fundar el convento, Villalpando procedió de igual forma que en Campeche. La autoridad civil convocó a los caciques y principales para darles a conocer a sus padres y maestros que les debían instruir en la fe católica. Villalpando les habló en lengua maya, lo que influyó para un mejor entendimiento y acercamiento entre él y los indígenas allí presentes; les pidió a los caciques que enviaran a sus hijos a Mérida para que recibieran la doctrina y aprendieran a leer y a escribir. De esta manera, organizó la misión de Mérida y visitó con el padre Benavente, los pueblos cercanos y distantes hasta siete leguas de Mérida. La labor de Villapando dio sus primeros frutos con el bautizo de los caciques de Zicilpach y de Caucel, quienes una vez convertidos ayudaron a los religiosos en la evangelización de sus connaturales. Durante este tiempo llegó el grupo de franciscanos que traía fray Juan de la Puerta proveniente de México. Fray Luis reconoció la autoridad de ésta y dejó de ser comisario. Continuó su labor evangelizadora en Maní, cabecera de los pueblos de la sierra y encomienda de el Adelantado; fue la tercera fundación franciscana. Los religiosos procedieron de la misma manera que en las misiones de Campeche y Mérida, fundadas con anterioridad.
El 29 de septiembre de 1549, al celebrarse el primer capítulo custodial, fray Luis de Villalpando fue elegido custodio, además de primer definidor y guardián del convento de Conkal. Murió entre 1552 y 1553, en el convento de San Francisco de Mérida y fue sepultado en la iglesia de éste.