U uajil ch’een

U uajil ch’een  En maya significa: su comida en el pozo. Esta antigua ceremonia maya consiste en hacer una ofrenda a Chaak, dios del agua y de la lluvia. (Ver: Cha-chaak). Los preparativos comienzan un día antes de la ceremonia, cuando el h’men (sacerdote maya), así como el dueño de la parcela donde se llevará a cabo la ceremonia y algunos acompañantes, acuden al cenote sagrado de donde extraen suhuy ha o agua virgen, que llevarán en procesión para preparar al día siguiente las bebidas rituales y la comida. Ese día el h’men prepara el balché o vino sagrado con la corteza del árbol del mismo nombre, miel de abejas indias y el agua virgen, el cual velará toda la noche. Por su parte, las mujeres cocinan en sus casas el nixtamal, frijol molido y refrito, así como semillas menudas de calabaza, que llevarán a la parcela para la ceremonia al día siguiente. Desde muy temprano, el h’men comienza a sacrificar las aves que han de servir para la comida ritual; en tanto que las mujeres van llevando la masa, el recado, el frijol, la semilla menuda de calabaza y el saká (masa a base de maíz hervido con el cual se prepara otra bebida ceremonial). Ya en la parcela, los hombres abren un gran agujero cuadrado para hacer el horneado de los panes, y bajo un árbol frutal colocan un altar compuesto de una mesa rústica, una cruz de madera, un arco de rama, 13 velas, 13 pequeñas jícaras y un incensario. Las mujeres no participan en esta ceremonia; ellas se dedican a preparar las aves sacrificadas y la masa de maíz con la que formarán 13 tortillas, las cuales se apilarán alternando frijoles y pasta de semilla de calabaza. Así dispuesto, el pan se envuelve con hojas de bo para ser horneado, previamente se inyecta en la última tortilla un poco de balché para darle vida. El ch’in es otro tipo de pan, muy semejante al anterior por el número de tortillas que lo componen y los ingredientes, aunque más pequeño. Cuando todo ha sido preparado da inicio la ceremonia, compuesta así, de tres ofrendas: la del saká, la del balché y la de la comida. En la ofrenda del saká el h’men, ante el altar, prende velas, quema incienso y sirve esta bebida en pequeñas jícaras. Luego invoca a Yum K’in (dios del sol) a Yum Jesucristo (dios Jesucristo) a Na’Uh (madre luna), a Kili’ich María (Virgen María), a los ik-es o dueños de los cenotes sagrados y a los santos patronos de las parroquias. Esta primera parte se conoce como «bajada», pues en ella se invoca a estos dioses que se dignen bajar y aceptar las ofrendas. Posteriormente, el h’men arroja el contenido de una jícara hacia los cuatro puntos cardinales; se dirige al pozo con una vela encendida y otra jícara; ahí ora y vierte la bebida ceremonial. Invoca, así, a las mismas divinidades para que no falte el agua y no se seque el pozo. A esta parte se le llama «subida», en la cual el sacerdote invita a las divinidades a su lugar de partida. Éste bebe del contenido de una jícara y después la distribuye entre los presentes. En cuanto a la comida, las mujeres preparan un caldo con las aves y el agua virgen. De las aves, una parte se destina a preparar una masa roja-amarillenta llamada k’ool y otra, para una sopa hoch-ob a base de pibes y balché. Se sirve en hojas de bo y se come en la mano. En la ofrenda del balché, el h’men vierte en las 13 jícaras el vino sagrado. El procedimiento de la invocación es igual que el anterior. Tanto en la primera ofrenda como en ésta y en la siguiente, después de servir a los hombres se sirve a las mujeres. Luego de un descanso por parte del h’men, se sirve la comida y los panes. Esta última ofrenda es la más importante de la ceremonia, de donde toma su nombre uajil ch’een, de uaj (pan) e il (lo relativo a) y ch’een (pozo); en español: su pan del pozo. Después de las ofrendas, se tiran a los cuatro puntos cardinales los panes chicos, aplanados, llamados ch’ines. El h’men come en primer turno y luego distribuye la comida entre los asistentes, y el resto se envía y se reparte entre los que no fueron a la ceremonia. Esta tarea la desempeñan las mujeres a su regreso a casa con ayuda de ch’uyubes (portadores de jícaras). De esta manera da fin la ceremonia.