Zapata de Cárdenas, Diego (marqués de Santo Floro) Fue nombrado gobernador de Yucatán el 30 de octubre de 1635, en San Lorenzo del Real, y tomó posesión del cargo el 17 de mayo de 1636. Su teniente y asesor fue Diego de Sandi, el relator más antiguo de la Sala del Crimen en la Audiencia de México. Su joven esposa, Jerónima de Lazo y Castilla, al establecerse en Mérida, Yucatán, entabló relaciones de amistad con las principales familias de la Colonia y ejerció una gran influencia sobre ellas. El historiador Juan Francisco Molina Solís señala que el marqués de Santo Floro, quien asumió el gobierno ya entrado en años, se mostró pronto inclinado a la especulación, a pesar de las leyes que la prohibían terminantemente. Se dedicó a explotar la veta de los repartimientos de mantas, hilo y cera, anticipándoles a los indígenas dinero o materia prima, que éstos le regresaban convertida en mercancía, así como a la compra de cosechas de algodón. Sin embargo, eximió a los indios de pagar la contribución llamada «del tostón», que se destinaba para la Armada de Barlovento, la cual defendía las costas de las posesiones hispano-americanas contra las depredaciones de piratas y corsarios. Esta contribución se abolió el 24 de diciembre de 1638.
Fue un hombre polémico y en consecuencia enfrentó una conspiración encabezada por algunos regidores del Ayuntamiento de Mérida que quisieron aprehenderlo, hacerle juicio sumario y enviarlo preso a México. La conspiración fue descubierta por el marqués y desterró a casi la totalidad de los involucrados. También fue acusado ante el Consejo de Indias y se pidió que se le practicara un juicio extraordinario de residencia. Alonso de Castro y Cerda, nombrado nuevo oidor de Guatemala, fue comisionado para que en su paso por Yucatán residenciara al marqués de Santo Floro y públicamente anunciara que podrían presentarse las quejas de quienes sufrieron agravios del gobernador; sin embargo, finalmente sólo se le impusieron multas leves.
Durante su gestión, tuvo lugar una sublevación indígena en el distrito de Bacalar. Para persuadirlos, fue enviada una primera misión encabezada por el padre franciscano Ambrosio de Figueroa, la cual fracasó, y luego una segunda, el 24 de abril de 1641, integrada por Bartolomé de Fuensalida, Juan de Estrada, Bartolomé de Becerril y Martín Tejero, que tuvo iguales resultados. También enfrentó sin éxito el saqueo de la villa de Salamanca de Bacalar por Diego «el Mulato».
Terminó su gestión como gobernador el 31 de diciembre de 1643, pero siguió viviendo en Mérida. Molina Solís comenta que después de su administración tuvo un pleito muy agrio y reñido con uno de los alcaldes de Mérida, que terminó en transacción, por mediación del deán Gaspar Núñez de León.