Quemas (took) En términos generales, las quemas se presentan como el método más rápido, más fácil y, por consiguiente, más económico para despojar el terreno cultivable de la basura producida por el desmonte. Las quemas se efectúan entre los meses de marzo y abril y forman parte del sistema de producción agrícola denominado: tumba, roza y quema. En Yucatán, los principales trabajos ligados a la práctica agrícola son: selección del monte, deslinde, medidura, tumba, guardarraya, quema, siembra, deshierba, dobla, cosecha, desgrane y acarreo. El método para efectuar la quema, con sus variaciones, consiste en: después de la tumba se procede a hacer una guardarraya, que consiste en limpiar la maleza y basura de una franja que abarca de 1 a 2 m, y se ubica en la periferia interior del terreno. Dicha guardarraya sirve para evitar que el fuego, en el momento de la quema, pueda propagarse a otras zonas. Después se preparan estacas, de 1.5 a 2 m de largo, que servirán de teas (tah-ché, en maya). Para ello, se utilizan, de preferencia, ramas de las leguminosas conocidas en la región como box-katsim y sak-katsim, ya que arden con facilidad aunque estén verdes.
La quema, en particular de la milpa, conserva ciertos elementos de su antiguo carácter ritual, aunque muchos se han perdido. Tradicionalmente, las fases de la luna se relacionaban directamente con los ciclos agrícolas, por lo que se prefería los días de luna llena para efectuar las quemas. En los casos en que interviene el H-men, cada vez menos frecuentes, se realiza una ceremonia en un lugar escogido en el centro de la milpa, el cual ha sido previamente despejado para evitar que el fuego llegue hasta allí. A este espacio se lleva una jícara llena de la bebida regional llamada saká, endulzada con miel, y se le ofrece a los señores del viento para que la milpa arda mejor. Terminado este breve acto, que en otros tiempos debió ser sumamente solemne, los milperos se dividen en dos grupos de los cuales uno se encarga de vigilar que el fuego no llegue al cercado. El otro se dirige a la «espalda de la milpa»; como tal se considera al costado norte, y da comienzo a la quema. Después de que arde un mecate, el grupo se subdivide en otros dos, y uno de ellos sigue propagando el fuego al Poniente y otro al Oriente. Ambos grupos se encontrarán en el Sur. Cuando se nota que el centro de la milpa no arde bien, se desprenden uno o dos individuos de cada grupo para esparcir el fuego a esa porción. Este procedimiento resulta el más riesgoso, ya que el fuego generado en el costado oriente y poniente puede envolverlos o el humo sofocarlos. El cambio rápido de los vientos puede generar, también, accidentes graves.
El final de la quema, pese a haber perdido su carácter ritual, es motivo de fiesta y alegría entre los campesinos participantes. Al concluir la quema, el terreno queda cubierto de una capa de cenizas y troncos carbonizados. En los suelos tzekel se notan afloramientos de piedra caliza. En los suelos kankab las franjas directamente en contacto con los troncos y raíces que se queman con mayor intensidad, muestran un cocimiento que se manifiesta por su color ladrillo. Al día siguiente de la quema se recoge la madera gruesa que no haya ardido y se utiliza para leña o carbón y el terreno queda listo para la siembra.
En la actualidad, el gobierno del estado, a través de la Secretaría de Desarrollo Rural, establece un calendario anual para las quemas que se publica con anticipación en los periódicos locales de mayor circulación y se establecen multas para aquellos campesinos que quemen fuera de fechas programadas.
Hoy en día, se ha desatado un debate académico y político sobre la posibilidad de eliminar el sistema de quema del proceso agrícola en Yucatán. En términos generales, sus detractores señalan que este sistema de limpieza es un desperdicio de recursos naturales y conlleva a un empobrecimiento del suelo. Por otra parte, se considera el único método viable en suelos que no permiten el arado, como el de Yucatán.