Waldeck, Frederic de (1766-1875) Nació en Praga, Viena, y adoptó la nacionalidad francesa. Vivió en París, donde estudió pintura. En 1785, realizó un viaje al Cabo de Buena Esperanza en compañía del naturalista francés F. Levaillant. En 1799, estuvo como voluntario en Egipto con la expedición de Bonaparte. Acompañó al corsario francés Surcouf por los mares de la India y posteriormente viajó por Chile y Guatemala. En 1822, editó en Londres el texto y las láminas del informe sobre Palenque realizado en 1787 por Del Río e ilustrado por Ricardo Almendáriz. Con esta obra, dio a conocer en Europa las famosas ruinas mayas. En 1825, llegó a México para trabajar como ingeniero hidráulico en las minas de Tlalpujahua, en el estado de Michoacán. Después de un año, dejó su empleo y pasó a la Ciudad de México, donde organizó una serie de espectáculos de fantasmagoría a base de efectos luminosos, al mismo tiempo que se documentaba sobre arqueología. Se dedicó a litografiar las antigüedades del Museo de la Universidad de San Ildefonso, editadas por Isidro Icaza Gondra en 1827. En México, conoció al dibujante Luciano Castañeda, quien realizó dibujos de Palenque en 1808, acompañando la expedición de Guillermo Dupaix, organizada bajo los auspicios de Carlos IV. Al convocar la Sociedad Geográfica de París a un concurso para describir las ruinas de Palenque, Waldeck tomó la decisión de dedicarse enteramente a esta labor. Con el apoyo de Lucas Alamán se presentó un proyecto de suscripción dirigido a los gobernadores de los estados y a los ciudadanos, para financiar el proyecto. Se editaría una obra que contaría con más de 200 láminas con sus respectivas explicaciones que se entregarían a cada suscriptor. El ministro Alamán sería presidente de la junta administrativa del proyecto. En 1832, emprendió su viaje a Palenque; tenía entonces casi 66 años. Encontró y deploró los numerosos destrozos ocurridos desde la expedición de Dupaix, en una carta que dirigió al gobernador del estado de Chiapas y en otra que mandó al alcalde en que le dijo, en su carácter de explorador oficial de las ruinas: «veo que pudiera faltar a mi compromiso y a la confianza de la Nación si V. no interpone el poder de las leyes para reprimir las dilapidaciones de los monumentos mencionados». Fue un defensor enérgico del patrimonio arqueológico, ya que impidió la salida de México de la losa central del retablo del Templo de la Cruz. Sufrió mil dificultades, como la mordida de una nauyaca, la falta de dinero, la soledad y otros; se trasladó a vivir en una cabaña al pie de las pirámides para concluir su trabajo. Sorprendido en San Juan Bautista, hoy Villahermosa, por una epidemia de cólera morbo, se dedicó a curar enfermos antes de embarcarse rumbo a Yucatán. La cuarentena le impidió desembarcar y regresó a Tabasco desde donde volvió poco después a Campeche y luego a Sisal y de ahí a Mérida, a donde llegó el 25 de diciembre de 1834. Se dedicó a observar la vida y costumbres de los habitantes y realizó una hermosa serie de acuarelas, algunas de las cuales publicó en su libro Voyage pittoresque. En esta época, nada existía publicado sobre las ruinas arqueológicas de Yucatán, fuera del Atlas, de J.A. Buchon, con algunas referencias a las ruinas de Uxmal. En mayo de 1835, salió a reconocer dicha ciudad. Sorprendido por el tamaño y majestuosidad de las ruinas, bautizó al Adivino con el nombre de Pirámide Kingsborough, en homenaje a su amigo y protector que tanto lo ayudó, y desmintió las afirmaciones de Buchon, quien nunca estuvo en Yucatán. Al observar las ruinas dijo: «los edificios de Palenque son de pequeñas dimensiones, excepto Palacio; los de Uxmal son de proporciones colosales y todos están construidos con piedra de talla». En otra carta dirigida a Jomard, de la Sociedad de Geografía de París, afirmó que «los edificios que he visitado en Uxmal son mucho más considerables que los de Palenque. La variedad de adornos y de bajorrelieves que decoran las fachadas de los edificios es tal que se necesitarían más de dos años para dibujarlos todos. Seguramente, jamás había visto nada más rico ni más bello desde mi llegada a la República de México y soy el primer europeo que ha visitado esas ruinas». Al sorprenderlo la temporada de lluvias, regresó a Mérida donde sufrió una aventura muy desagradable. En 1835, se formó en México una sociedad integrada por José Gómez de la Cortina, José M. Sánchez, Isidro R. Gondra —antiguo socio de Waldeck—, Miguel Bustamante y René de Perfreauville, «cuyo objeto era explorar las antiguas ruinas de Palenque y redactar una obra que comprendía su descripción con diseño y planos». Venía a duplicar la convocatoria de la Sociedad de Geografía de París. Pero, de imitadores pasa a calumniadores, asegurando que «el permiso concedido a Mr. Waldeck no ha tenido otro resultado que el de haberle facilitado la conducción a Europa de los objetos más preciosos para la historia de las antigüedades mexicanas y que sería sin duda muy oportuno revocar semejante privilegio». Waldeck nunca trató de llevarse ninguna pieza arqueológica al viejo mundo. En enero de 1836, las autoridades se presentaron en su residencia del estado para proceder a la confiscación de todos sus dibujos, notas, objetos arqueológicos y otros, so pretexto de tratar de sacar piezas arqueológicas del país. Los requisidores no encontraron un solo objeto arqueológico en poder de Waldeck, como consta en el expediente y recibo que se le entregó y que se conserva en la Biblioteca de Chicago. Waldeck protestó, pero el gobernador Francisco de Paula Toro, cuñado de Santa Anna, amenazó encarcelarlo «con fierros en los pies». Waldeck tenía 70 años entonces. Con los apuntes de sus dibujos y pinturas que escaparon al embargo pudo, después de grandes dificultades, salir de Yucatán y regresar a Europa para realizar su obra sobre Uxmal. La oportuna intervención de Lord Kingsborough permitió, tiempo después, la entrega al embajador inglés de los dibujos que le habían sido confiscados. La epidemia de cólera morbo que le impidió regresar a Palenque y su virtual expulsión, le impidieron cumplir con su compromiso contraído en 1831. En Francia, el anciano se dedicó a restaurar cuadros y estampas para vivir. La pensión que recibía a cambio de haber donado pinturas y dibujos al gobierno francés no le alcanzaba. En la Ilustración española, el marqués de Valle Alegre escribió en 1874: «…Aquel hombre, que ha visto renovarse dos veces la población entera de Francia, habita un cuartito modesto, donde vive de la manera más sencilla y primitiva. Como no tiene criados, él mismo abre la puerta a los curiosos, mientras su mujer, la condesa de Waldeck, hace la comida en la cocina». Falleció el 29 de abril de 1875, a la edad de 109 años. Después de las obras antes mencionadas —el informe de Del Río sobre Palenque y la Colección de las antigüedades que existen en el Museo Nacional, impreso por Pedro Robert en México en 1827 y reeditado en 1927 para conmemorar el primer centenario de las publicaciones del Museo— la primera obra que publicó Waldeck, producto de sus exploraciones en México, fue el Voyage pittoresque et archeologique dans la province d’ Yucata (Amerique Centrale) pendat les annés 1834 et 1835. París 1838. El volumen, en gran folio, se compone de dos partes, la primera con el relato de su trabajo y descubrimientos y la segunda con 21 láminas y un mapa de la Península. El libro está dedicado a lord Kingsborough, este admirable pionero del americanismo, quien murió, por deuda, un año antes en la cárcel de Dublín, víctima de la estupidez humana. La obra ostenta al inicio el anverso y reverso de la medalla que le concedió la Sociedad de Geografía de París por sus trabajos en Palenque. Esta obra, de gran rareza, fue traducida por Manuel Mestre Ghigliazza y publicada en Mérida en 1920, en una tirada de 110 ejemplares. En 1866, se editó la obra impresionante Monuments anciens du Mexique. Palenque et autres ruines de l’ancienne civilisation du Mexique…, en París. Consta de dos partes: un texto del abate Brasseur de Bourbourg y 56 dibujos y pinturas de Waldeck. Éste no quedó satisfecho con la edición de parte de su obra palencana ya que el abate, quien había redactado el texto apoyándose en los escritos de Del Río y Dupaix, no conocía todavía Palenque. Waldeck, para remediar los errores que contenía la obra anterior, preparaba lo que él consideraba su obra maestra y que llamaba Enciclopedia de la arqueología americana, iconografía de las ruinas de México y del Perú, que nunca llegó a publicarse. Ésta, proyectada en tres tomos, debía imprimirse en casa de Didot. En el reverso de una preciosa acuarela que representa una vista de la parte central del Palacio del Gobernador, de Uxmal, se lee esta impresionante nota: «Concluida en 100 horas de trabajo esta última plancha de mi libro Enciclopedia arqueología de América. 29 de marzo de 1866 a la edad de 100 años y 13 días». Posiblemente con la intención de anunciar la edición de su Enciclopedia, publicó en 1865 en la Revue Americaine, 2a. serie, tomo II, en París, un artículo con el título «Description du bas-relief de la Croix, dessiné aux ruines de Palenque», en 1832, acompañado de un dibujo. Sus manuscritos, dibujos, acuarelas y numerosos diarios se encuentran diseminados actualmente en el Instituto Tecnológico de Monterrey, el Museo Británico, la Colección Ayer de la Biblioteca Newberry de Chicago y la Biblioteca Nacional de París. Estudios bibliográficos fueron publicados por H.F. Cline, The Apocryphal early career of J.S. Waldeck, pioneer Americanist, en Acta Americana. Julio-septiembre de 1947, vol. V, núm. 3 por Mestre Ghigliazza en el prólogo a la reedición del Viaje a Yucatán, y por Carlos Echánove Trujillo, quien presentó el panorama más completo de la vida del ilustre viajero y dibujante.